lunes, 19 de abril de 2010

NECESIDAD DE UN APOSTOLADO

Estad siempre alerta porque el apóstol
debe ser hombre de acción.

Da pena ver a tantas personas que truncan su vida porque tienen miedo de ser apóstoles. Se dejan vencer por los enemigos del apóstol ¡Cuidado! ¡Mucho cuidado!
Estad siempre alerta porque el apóstol debe ser hombre de acción. Que esos enemigos del apóstol: la indolencia, la pereza, el amor a la comodidad, el respeto humano, el temor a perder la fama, el temor a la mofa, a la calumnia, a la persecución, el temor a ser el hazmerreír de los demás, etc., no logren jamás apartaros de vuestro verdadero espíritu de trabajo y acción por el Reino de Cristo. En ese trabajo y en esa acción procurad aplicar, hoy y siempre, todos aquellos medios técnicos y prácticos que os aseguren más la victoria.

Que Cristo no pueda reprocharnos el que seamos menos hábiles y astutos para obrar el bien que los hijos de Satanás para obrar el mal. Los enemigos de la Iglesia y de Cristo ahora cuentan con sistemas y medios técnicamente estudiados, con organizaciones tan bien planeadas, que son capaces de poner en jaque al catolicismo en un momento dado. Nosotros, desgraciadamente, vamos muy atrasados en nuestros medios de defensa: hasta ahora pocos son los que se han atrevido a dejar los alfileres y decidirse seriamente a atajar al enemigo que cuenta con medios muy poderosos.

La juventud debe presentar un batallón de apóstoles dispuestos a luchar incansablemente y superar al enemigo. ¿Qué no seremos capaces de hacer por Cristo?

Todo el que tome el nombre de apóstol debe estar dispuesto a hacer cosas grandes por Cristo, con todas las formas de un nuevo apostolado, según nos lo inspire Él mismo. Hemos de trabajar sin descanso, hasta sudar y morir por el Reino de Jesucristo. Debemos esforzarnos por acercar a nuevos hombres a la Iglesia para hacerlos partícipes de nuestros ideales y buscar que nuestros actos tengan una auténtica intencionalidad apostólica sin dejarnos llevar por lo fácil y lo cómodo.

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