sábado, 25 de junio de 2011

La Fiesta de «Corpus Christi» : La Eucaristía nos une a Cristo

Roma (Italia), 24 Jun. 11 (AICA)
El papa Benedicto XVI, presidió ayer, en la Basílica de San Juan de Letrán en Roma, la Misa por la Solemnidad de Corpus Christi (Cuerpo y Sangre de Cristo). El Papa resaltó que “aquello que Jesús nos donó en la intimidad del Cenáculo, hoy lo manifestamos abiertamente, porque el amor de Cristo no es reservado a algunos, sino que está destinado a todos”.

Benedicto XVI comenzó su homilía recordando que “la fiesta del Corpus Christi es inseparable del Jueves Santo, y que mientras en el Jueves Santo se revive el misterio de Cristo que se nos ofrece en el pan y el vino, hoy, en la conmemoración del Corpus Christi, este mismo misterio es propuesto a la adoración y a la meditación del Pueblo de Dios, y el Santísimo Sacramento es llevado en procesión por las calles de las ciudades y pueblos, para manifestar que Cristo resucitado camina en medio de nosotros y nos guía hacia el Reino de los cielos”.

“Todo nace, continuó el Santo Padre, del corazón de Cristo, que en la Ultima Cena, en la víspera de su pasión, agradeció y alabó a Dios y con la potencia de su amor, transformó el sentido de la muerte a cuyo encuentro se dirigía”.

“El hecho de que el Sacramento del altar haya asumido el nombre “Eucaristía” –“acción de gracias”– expresa justamente esto: que la transformación de la sustancia del pan y del vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo es fruto del don que Cristo hizo de si mismo, don de un Amor más fuerte que la muerte”.

“La palabra comunión, recalcó el Pontífice, que también utilizamos para designar a la Eucaristía, resume en sí la dimensión vertical y aquella horizontal del don de Cristo. Es bella y muy elocuente la expresión “recibir la comunión” referida al acto de comer el Pan eucarístico. En efecto, cuando cumplimos este acto, entramos en comunión con la vida misma de Jesús, en el dinamismo de esta vida que se dona a nosotros y para nosotros”.

“El Evangelio siempre aspira a la unidad de la familia humana –precisó el Papa-, una unidad que no se impone desde fuera, ni por intereses ideológicos o económicos, sino que surge a partir del sentido de responsabilidad de los unos hacia los otros, porque nos reconocemos como miembros de un mismo cuerpo, del cuerpo de Cristo, porque aprendimos y aprendemos constantemente del Sacramento del Altar que el compartir, el amor, es el camino de la verdadera justicia”.

Benedicto XVI insistió en el concepto de cómo los cristianos, sin utopías ideológicas, caminan por los caminos del mundo llevando dentro de sí el Cuerpo del Señor que “con la humildad de saberse simples granos de trigo, custodian la firme certeza de que el amor de Dios, encarnado en Cristo, es más poderoso que el mal, que la violencia y que la muerte”. “Sabemos –añadió el Santo Padre- que Dios prepara para todos los hombres nuevos cielos y nueva tierra en la que reinan la paz y la justicia, y en la fe entrevemos el nuevo mundo, que es nuestra verdadera patria”.+



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