martes, 16 de agosto de 2011

Comienza en Madrid la Jornada Mundial de la Juventud



Madrid (España), 16 Ago. 11 (AICA)

El arzobispo de Burgos, monseñor Francisco Gil Hellín, se refirió al inminente comienzo de la Jornada Mundial de la Juventud, con la presencia del papa Benedicto XVI.

El beato Juan Pablo II -dice monseñor Hellín- fue el creador de las Jornadas Mundiales de la Juventud. Durante su largo pontificado celebró diecinueve; algunas tan concurridas, que pulverizaron los mayores récords de asistencia y participación. Torre Vergata, por ejemplo, congregó a más de dos millones y medio de jóvenes, siendo la mayor concentración de este tipo de todos los tiempos.

A su muerte, muchos pensaron que con él morían también las Jornadas de la Juventud, sobre todo, tras conocerse el nombre de su sucesor. Juan Pablo II tenía el carisma de los jóvenes y había trabajado intensamente con ellos durante la larga y férrea dictadura comunista que padeció Polonia después de la segunda guerra mundial. Era poeta, actor, deportista, con una alegría desbordante y con un aire juvenil que ratificaba que había sido elegido Papa siendo excepcionalmente joven.

Contra las previsiones, Benedicto XVI continuó la racha
Benedicto XVI carece de todas estas cualidades y se tendía a calificarlo como un profesor capaz de profundos análisis teológicos pero incapacitado para convocar grandes masas de jóvenes a una fiesta juvenil de la fe.

Los hechos no han confirmado las previsiones. Tanto en Colonia en 2005, como en Sydney en 2008, continuó la racha de su predecesor. Valorando la Jornada de Sydney, una ciudad comercial y secularizada, decía a la Curia Romana que Australia nunca había visto tanta gente de todos los continentes como durante la Jornada Mundial de la Juventud. Ni siquiera con ocasión de las Olimpiadas. Ahora viene a Madrid y se verá rodeado de centenares de miles –más de un millón dicen los organizadores- de jóvenes de todo el mundo.

Sin dorarles la píldora a los jóvenes
Una de las cosas que más llaman la atención en estas Jornadas es que tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI no doran la píldora a los jóvenes, con un mensaje populista y facilongo, del que se han quitado cuidadosamente todas las aristas de lo políticamente incorrecto. Al contrario, sus mensajes rezuman exigencia, verdad, autenticidad. El Papa no trata de ganar votos con promesas que no va a cumplir, ni comprar sentimentalismos con un hipócrita I love you.

Juan Pablo II les decía, en mil tonos y modulaciones, cosas como éstas: “No a la injusticia; no al placer sin reglas morales; no al odio y a la violencia; no a los caminos sin Dios; no a la irresponsabilidad y a la mediocridad; y sí a Dios, a Jesucristo, a la Iglesia; sí a la fe y al compromiso que encierra; sí a la justicia, al amor y a la paz; sí a vuestro deber de construir una sociedad más justa”.

Benedicto XVI no ha cambiado de registro: “La elección de creer en Cristo y de seguirlo no es fácil. Se ve obstaculizada por nuestras infidelidades personales y por muchas voces que nos sugieren caminos más fáciles. No os desaniméis. Buscad, más bien, el apoyo de la comunidad cristiana”, dice en el Mensaje para esta Jornada.

Esperanza y optimismo por los jóvenes
Yo estoy seguro, dice monseñor Gil Hellín, de que a lo largo de estos días muchos miles de jóvenes se acercarán al sacramento de la Penitencia para reconciliarse con Dios, después, quizás, de lustros de alejamiento. Muchos más van a tener la experiencia de ver que no están solos en el camino que están recorriendo hacia Jesucristo. Todos van a gozar celebrando la alegría de su fe y de su pertenencia a esta familia mundial que es la Iglesia. Todos también van a sentir la verdad de la promesa de Jesús: “Yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo”.

Por eso, habrá muchas conversiones y muchas vocaciones al sacerdocio, a la vida religiosa, a la entrega celibataria en medio del mundo y al matrimonio vivido como camino de santidad. Quizás sea todo esto lo que ha puesto nervioso al diablo, padre del pecado, de la división, del odio y de la mentira; y enemigo del amor, de la verdad y de la autenticidad. Me gustaría que al abrir su mochila en Madrid, estos jóvenes encontrasen nuestra oración, nuestro afecto y nuestro apoyo incondicional.+


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