jueves, 31 de octubre de 2013

“Holywins”: Otra manera de celebrar el día de Todos los Santos

MADRID, 30 Oct. 13 / 06:46 am (ACI/EWTN Noticias).- La Diócesis de Alcalá de Henares (España), organiza desde 2009 una peculiar celebración para la víspera del día de Todos los Santos que incluye Misa, Adoración Eucarística y evangelización y una catequesis sobre el Cielo y disfraces de santos para los más pequeño, como una alternativa al Halloween.

Carlos Cortés, organizador de Holywins en Alcalá de Henares, contó a ACI Prensa que esta idea surgió de un grupo de jóvenes que tenían el deseo de evangelizar por la calle y sobre todo en un día tan específico como la víspera de la fiesta de Todos los Santos.

"La primera persona que nos ayudó en esta evangelización por la calle era un chico de la Comunidad del Emmanuel, quienes ya hacen esta misión ‘Holywins’ desde 2002 en París. Nos contó la idea, nos pareció estupenda y desde hace 4 años la llevamos a cabo también en Alcalá", explicó.

“Holywins” es un juego de palabras que en inglés significa 'la santidad vence'. Según explicaron desde la organización, el día de Todos los Santos es "una fiesta del Cielo, en la que descubrimos que hemos sido creados para el Cielo, para la amistad con Dios, ya aquí en la tierra, que será plena cuando estemos cara a cara con Él en la eternidad".

Tras recordar que "la meta es llegar a ser santos como Dios es Santo", Carlos Cortés aseguró que "esta celebración no pretende ser un 'contra halloween', a pesar de que éste ha eclipsado lo que verdaderamente se celebra ese día que es que estamos llamados al Cielo, a la Santidad. Y halloween es todo lo contrario. Es también un modo de que nuestros niños católicos puedan celebrar esta fiesta con todo su sentido".

Holywins se iniciará con una fiesta en la plaza de los Santos Niños de Alcalá. Entre las 17 y las 19 horas habrá juegos y se ha enviado una catequesis a todas las parroquias de la Diócesis sobre la santidad y el Cielo, para que los más pequeños entiendan que están llamados a "ser los mejores amigos de Jesús, como fueron los santos" y se les ha invitado a que acudan vestidos de santos.

A continuación y como centro de la celebración, el Obispo de Alcalá de Henares, Mons. Juan Antonio Reig Pla presidirá una Eucaristía a las 19:30 en la Catedral. "Recibiremos a Cristo para llevarlo después por las calles a nuestros hermanos que no lo conocen o lo han olvidado", explicaron los organizadores. Tras la Eucaristía, el Obispo hará un envío para evangelizar por las calles y a invitar a la Adoración Eucarística que quedará expuesta en la Catedral.

miércoles, 30 de octubre de 2013

Abuelo estuvo casado 46 años y ahora será sacerdote

BUENOS AIRES, 30 Oct. 13 / 04:02 am (ACI/EWTN Noticias).- Tras el fallecimiento de su esposa, el diácono Carlos Salica, de la Arquidiócesis de Tucumán (Argentina), decidió entregarse totalmente a Dios y pedir la admisión al sacerdocio ministerial, que la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos aceptó. El próximo 22 de noviembre será ordenado sacerdote.

Salica estuvo casado durante 46 años con Rosa Chávez, quien falleció el 16 de septiembre de 2011, después de despedirse de sus hijas y recibir la unción de los enfermos. Antes de su partida, su mujer le había consultado qué haría una vez que ella partiera a la Casa del Padre. Entonces no lo dudó: prometió consagrar su vida enteramente al servicio pastoral.

Carlos cumplirá su promesa y el 22 de noviembre se ordenará sacerdote luego de servir durante 16 años como diácono permanente. En 1997, Mons. Carlos José Ñáñez, entonces Obispo Coadjutor de Tucumán, lo ordenó junto a otros siete, de los que sólo quedaron él y otro más.

El cáliz del futuro presbítero será muy especial: llevará los anillos del compromiso nupcial fundidos en el vaso sagrado, como testimonio de amor. “Siempre he dicho que el amor de los esposos es la continuación del amor de Dios", asevera.

"Yo mismo bauticé a mis dos nietas y casé a una de mis hijas. ¿Qué más le puedo pedir a Dios? Esto es pura misericordia", afirma con voz quebrantada.
Susana, una de sus hijas, cuenta cómo eran esos días en que la familia estaba unida "íbamos a las capillas más humildes. Mi mamá tocaba el órgano, mi papá hacía la celebración de la Palabra y nosotras, las hijas, cantábamos en el coro".

Para llegar a ser diácono, Carlos estudiaba de noche y trabajaba de día. "Estudié durante cinco años en la Escuela de Ministerios Laicales y Diaconado Permanente, que ahora está cerrada –explica-. Entraba a las 18 y salía a medianoche. Es una lástima que no la abran, porque a mucha gente le gustaría entrar. Uno puede servir a Dios de tantas formas".

Carlos, de 66 años, fue profesor y director del Colegio Sagrado Corazón. Al mismo tiempo ofrecía su servicio en la iglesia, casaba y bautizaba en los lugares más lejanos, adonde no llegaba el sacerdote, ayudaba a los párrocos y se metía en los barrios a predicar y a repartir la comunión.

Durante 15 años sirvió en una capilla de Pacará; ocho años a otra en San Andrés, y otros tantos en los templos de San José, Nuestra Señora de las Gracias, San Roque y del Espíritu Santo, del barrio Padilla.

Salica explica que realizaba todo esto y sin descuidar a su familia y su trabajo con el empeño que se pone por algo amado.

"Cuando uno se enamora, hace cualquier cosa por la persona que ama. Hay que enamorarse de Cristo, abandonarse en los brazos de Dios, para poder ver las maravillas que Él hace en nosotros. Lo que pasa es que nos cuesta poner la confianza en Dios. Por eso San Felipe Neri se confiaba a Dios, pero le pedía que no se confíe tanto de él, porque podía fallar. Nos cuesta confiar y abandonarnos", afirma.
El diácono en camino al sacerdocio explica cómo llevará adelante su tarea pastoral: "Antes estaba a media máquina, tenía que servir a mi familia y a Dios al mismo tiempo. Hay que tener un gran equilibrio emocional y mental para lograrlo”.

“Ahora, a partir de mi ordenación como sacerdote, voy a hacer una entrega de tiempo completo, lo que no significa que vaya a abandonar a mi familia. Como cualquier otro sacerdote que tiene su día de descanso, veré a mis nietos e hijas un día a la semana”, concluyó.

"Ante las dudas de fe hay que tener la humildad de pedir ayuda"

El encuentro semanal del Papa con los miles de fieles y peregrinos en la Plaza de San Pedro, estuvo marcado por la catequesis de Francisco dedicada a la “comunión de los santos”: una gran familia, nos recordó el Pontífice, donde todos los miembros se ayudan y se sostienen entre sí. El Obispo de Roma insistió asimismo en que la “comunión de los santos”, gracias a la Resurrección de Cristo, establece un vínculo profundo e indisoluble entre los que peregrinan en la tierra, las almas del Purgatorio y los que gozan de la bienaventuranza celeste, en la que “nos unimos como Iglesia, que encuentra en la oración de intercesión la forma más alta de solidaridad”.

Resumen de la catequesis y saludo del Papa en nuestra lengua durante la audiencia: 
Queridos hermanos y hermanas:

Hoy quiero hablar sobre una realidad muy bella de nuestra fe: “la comunión de los santos”. Esto significa comunión entre las personas santas. Existe una comunión de vida entre nosotros los que creemos en Cristo y nos hemos incorporado a Él por el Bautismo. La relación entre Jesús y el Padre es el modelo de este fuego de amor. Y la “comunión de los santos” es una gran familia. Todos nosotros somos familia, una familia donde todos procuramos ayudarnos y sostenernos entre nosotros. Podemos hacernos esta pregunta: ¿Sabemos compartir las incertezas de nuestro camino de fe buscando la ayuda de la oración y del consuelo espiritual? ¿Escuchamos y ayudamos a los que los nos piden está ayuda? Esta unión, comunión -“comunión” significa “unión común”, todos en familia unidos-, gracias a la Resurrección de Cristo, establece un vínculo indisoluble entre los que peregrinan en la tierra, las almas del Purgatorio y los que ya están en el cielo, y nos unimos ayudándonos unos a otros. Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Argentina, El Salvador, México y los demás países latinoamericanos. Invito a todos a redescubrir la belleza de la fe en esta unión común de todos los santos. Una realidad que nos concierne mientras somos peregrinos en el tiempo, y en la cual, con la gracia de Dios, vamos a vivir para siempre en el cielo. Muchas gracias.

Traducción del texto completo de la catequesis del Papa en italiano

Creo en la Comunión de los Santos



¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

Hoy, me gustaría hablar de una realidad muy bonita de nuestra fe, es decir, la "comunión de los santos". El Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda que este término hace referencia a dos realidades: la comunión en las cosas santas, y la comunión entre las personas santas (núm. 948). Me centro en el segundo significado: se trata de una verdad de las más consoladoras de nuestra fe, porque nos recuerda que no estamos solos, sino que existe una comunión de vida entre todos los que pertenecen a Cristo. Una comunión que nace de la fe; de hecho, el término "santos" se refiere a aquellos que creen en el Señor Jesús, y son incorporados a Él en la Iglesia a través del Bautismo. Por eso los primeros cristianos también fueron llamados "santos" (cf. Hch 9,13.32.41, Romanos 8:27, 1 Corintios 6:01).

1. El Evangelio de Juan dice que, antes de su Pasión, Jesús oró al Padre por la comunión entre los discípulos, con estas palabras: "Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste".(17:21) La Iglesia, en su verdad más profunda, es comunión con Dios, familiaridad con Dios, comunión de amor con Cristo y con el Padre en el Espíritu Santo, que se prolonga en una comunión fraterna. Esta relación entre Jesús y el Padre es la "matriz" de la unión entre nosotros cristianos: si estamos íntimamente incluidos en esta "matriz", en este horno ardiente de amor que es la Trinidad, entonces podemos verdaderamente convertirnos en un único corazón y en una sola alma entre nosotros, porque el amor de Dios quema nuestros egoísmos, nuestros prejuicios, nuestras divisiones internas y externas. El amor de Dios quema también nuestros pecados.

2. Si existe este enraizamiento en la fuente del Amor, que es Dios, entonces también existe el movimiento recíproco: de los hermanos a Dios; la experiencia de la comunión fraterna que me lleva a la comunión con Dios. Estar unidos entre nosotros nos lleva a estar unidos con Dios, a esta unión con Dios que es nuestro Padre. Nuestra fe necesita el apoyo de los demás, ¡especialmente en los momentos difíciles! Y si estamos unidos, la fe se hace fuerte ¡Qué hermoso es apoyarse mutuamente en la aventura maravillosa de la fe! Digo esto porque la tendencia a cerrarse en lo privado también ha influido en la esfera religiosa, tanto es así que muchas veces es difícil buscar ayuda espiritual en aquellos que comparten nuestra experiencia cristiana.

¿Quién de nosotros -¡todos, todos!- quién de nosotros no ha experimentado inseguridades, desorientaciones e incluso dudas en el camino de la fe? Todos, todos hemos experimentado esto: yo también. Todos. Es parte del camino de la fe, es parte de nuestra vida. Todo esto no debe sorprendernos, porque somos seres humanos, marcados por la fragilidad y las limitaciones. Todos somos frágiles, todos tenemos limitaciones: no se asusten. ¡Todos las tenemos! Sin embargo, en estos momentos difíciles hay que confiar en la ayuda de Dios, a través de la oración filial, y al mismo tiempo, es importante encontrar el coraje y la humildad para estar abiertos a los demás, para pedir ayuda, para que nos den una mano: “dame una mano, tengo este problema”. ¡Cuántas veces lo hemos hecho! Y luego, hemos conseguido superar el problema y encontrar a Dios, otra vez. En esta comunión -comunión quiere decir ‘común unión’, todos unidos, unión común- en esta comunión somos una gran familia, todos nosotros, donde todos los miembros se ayudan y se apoyan mutuamente.

3. Y ahora vengamos a otro aspecto: la comunión de los santos va más allá de la vida terrena, va más allá de la muerte y dura para siempre. Esta unión entre nosotros va más allá y continua en la otra vida. Es una unión espiritual que nace del Bautismo, no se trunca con la muerte, sino que, gracias a que Cristo ha resucitado, está destinada a encontrar su plenitud en la vida eterna. Hay un vínculo profundo e indisoluble entre los que todavía son peregrinos en este mundo, entre nosotros, y los que han cruzado el umbral de la muerte a la eternidad. Todos los bautizados en la tierra, las almas del Purgatorio y todos los beatos que están ya en el Paraíso forman una única gran Familia. Esta comunión entre tierra y cielo se realiza sobre todo en la oración de intercesión.

Queridos amigos, tenemos esta belleza, la memoria de la fe: es una realidad nuestra, de todos, que nos hace hermanos, que nos acompañamos en el camino de la vida, y nos vamos a encontrar de nuevo, allí arriba, en el Cielo. Vayamos por este camino con confianza, con alegría. Un cristiano debe ser alegre, con la alegría de tener a tantos hermanos bautizados que caminan con nosotros, y también con la ayuda de nuestros hermanos y hermanas que hacen este viaje para ir al Cielo, y también con la ayuda de nuestros hermanos y hermanas que están en el Cielo y rezan a Jesús por nosotros. ¡Adelante por este camino, y con alegría!

(Traducción del italiano: Eduardo Rubiò- Radio Vaticano)


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martes, 29 de octubre de 2013

"Esposos, que se vea que os queréis"

El sábado, el Prelado tuvo una tertulia con 3.000 personas en Roma. Las preguntas que le hicieron trataron sobre la familia, la educación y la transmisión de la fe.

Rezad por el Papa. No ha querido nada para sí mismo, únicamente desea nuestra ayuda, nuestro afecto, y esto nos debe llevar a rezar cada día por él”. Con estas palabras, Mons. Javier Echevarría inició el encuentro celebrado con más de 3.000 personas en el Gran Teatro de Roma el pasado día 26.
A la pregunta de un estudiante de Filosofía, que quería saber cómo responder a la llamada a la evangelización de Papa Francisco, ha dicho: “El Papa nos ha invitado a llegar a las periferias del mundo. Es muy importante que vayamos a ayudar a los más necesitados, que visitemos a los enfermos, que lleguemos también a las periferias que están cerca de nosotros”.
La última preguna ha servido para recordar a don Álvaro del Portillo, quien será beatificado próximamente: “Se hacía querer por su disponibilidad y amabiliad. Una vez, cuando era universitario, le atacaron cuando regresaba de dar una clase de catequesis en un barrio periférico de Madrid. Le hirieron en la cabeza con una llave inglesa. Esa herida, durante muchos años, le causaba periódicos dolores de cabeza muy fuertes, pero él sabía transformar ese dolor en un sacrificio a Dios, y así las ofrecía por sus intenciones”.

Al final de la tertulia, Mons. Echevarría saludó a algunos matrimonios con sus hijos, muchos de los cuales le manifestaron que participarían también en la Jornada de las Familias convocada por el Santo Padre esa misma tarde en la Plaza de San Pedro.

Joven con muerte cerebral despertó cuando la preparaban para donar sus organos

Después de un accidente automovilístico Carina Melchior de Dinamarca fue declarada con muerte cerebral y a sus padres se les pidió el consentimiento para realizar la donación de sus órganos. Para los que no saben, cuando los doctores “deciden” (porque no hay un consenso médico sobre el tema) que un paciente ha tenido una muerte cerebral, dado que la persona no está realmente muerta, es necesario apagar el respirador o cualquier otro aparato que los esté ayudando a sobrevivir en un momento de fuerte crisis física para poder declarar su muerte y proceder a volver a enchufarlos (para que los órganos no se dañen) y luego extraer los órganos cuando el receptor esté listo para recibirlos.

Lo que pasó en el caso de Carina fue que cuando los doctores apagaron el respirador artificial esta joven en lugar de morir (porque recuerden que una persona con “muerte cerebral” no está realmente muerta sino en un estado de crisis grave), ella reaccionó positivamente y ahora se espera que tenga una recuperación total.

Lo particular de este caso fue que todo el proceso de avisarle a los padres que estaba “muerte”, pedirle su consentimiento para la donación de órganos y apagar el respirador y su reacción fue televisado como parte de un documental y fue visto por 1.7 millones de personas, generando gran desconcierto entre la población en Dinamarca.

No es la primera vez que ha pasado que un paciente se recupera al apagarse el respirador, lo cual demuestra que el diagnostico de “muerte cerebral” no es del todo fiable. Más bien lo que hay que tener en cuenta es que en varios países parte del examen para “confirmar” si es que una persona está realmente muerte es apagar el respirador “para ver si reaccionan”, pero queda claro que son personas que están normalmente en un estado de shock post-traumático y apagar el respirador puede ser más bien lo que ocasiona su muerte.

Los padres de Carina están interponiendo una demanda ante el hospital y el abogado de la familia comenta que ella no deja de preguntar si es que los doctores querían matarla.

lunes, 28 de octubre de 2013

Jesús reza con coraje por nosotros


Jesús sigue orando e intercediendo por nosotros, mostrando al Padre el precio de nuestra salvación: sus llagas. Lo dijo el Papa Francisco en la misa de la mañana en la Casa de Santa Marta, en el día en que la Iglesia celebra los Santos Simón y Judas, Apóstoles.


Al centro de la homilía de hoy estuvo el pasaje del Evangelio en el que Jesús pasa toda la noche orando al Padre antes de elegir a los Doce Apóstoles: “Jesús compone su equipo” - subrayó el Papa- y luego se encuentra rodeado por una gran multitud de gente “llegada para escucharlo y ser curada” porque “de Él brotaba una fuerza que sanaba a todos”. Son las “tres relaciones de Jesús” - observó Francisco - “Jesús con el Padre, Jesús con sus apóstoles y Jesús con la gente”. Jesús oraba al Padre por los Apóstoles y por la gente. Y aún hoy reza:

“Es el intercesor, el que reza, y reza a Dios con nosotros y ante nosotros. Jesús nos ha salvado, hizo esta gran oración, su sacrificio, su vida, para salvarnos, para justificarnos: estamos justificados gracias a Él. Ahora se ha ido, y reza ¿Pero Jesús es un espíritu? ¡Jesús no es un espíritu! Jesús es una persona, un hombre, con carne como la nuestra, pero en la gloria. Jesús tiene las llagas en las manos, en los pies, en el costado y cuando ora al Padre muestra este precio de la justificación, y reza por nosotros, como diciendo: ‘Pero, Padre, que esto no se pierda'”.

Jesús “tiene la primicia de nuestras oraciones”, porque “es el primero en orar” y como “nuestro hermano” y “un hombre como nosotros”, intercede por nosotros:
“Al principio, Él realizó la redención, justificó a todos, pero ahora, ¿qué hace? Intercede, reza por nosotros. Pienso en qué habrá sentido Pedro cuando lo renegó, y luego Jesús lo miró y él lloraba. Podía arrepentirse. Muchas veces, entre nosotros, nos decimos: 'Reza por mí, ¿eh?, lo necesito, tengo tantos problemas, tantas cosas: Reza por mí’. Y eso es bueno, ¿eh?, porque nosotros hermanos debemos rezar los unos por los otros”.


Por ello el Santo Padre nos exhortó a pedir: “Reza por mí, Señor, Tú eres el intercesor”:“Él reza por mí; reza por todos nosotros y reza con coraje porque hace ver al Padre el precio de nuestra justicia: Sus llagas. Pensemos tanto en esto y demos gracias al Señor. Agradezcamos por tener un hermano que reza con nosotros y reza por nosotros, intercede por nosotros. Y hablemos con Jesús, digámosle: ‘Señor, Tú eres el intercesor, Tú me has salvado, me has justificado. Pero ahora, reza por mí’. Y confiemos nuestros problemas, nuestra vida, tantas cosas a Él , para que Él las lleve al Padre”.

Fallece conocido sacerdote Ignacio Larrañaga a los 84 años de edad

MÉXICO D.F., 28 Oct. 13 / 01:02 pm (ACI).- Los capuchinos de Chile informaron que el conocido sacerdote franciscano Ignacio Larrañaga falleció esta mañana en México, luego de una larga vida marcada por una vida pastoral profunda como predicador, escritor, director espiritual, organizador de conferencias, cursos y retiros. Uno de sus apostolados más grandes fue el te los Talleres de Oración y Vida (TOV).

Los capuchinos de Chile señalan a través de su cuenta de Facebook que "esta mañana ha partido a la casa del Padre nuestro hermano Ignacio Larrañaga, conocido por sus libros espirituales y la fundación de los Talleres de Oración y Vida".

El sacerdote, explican, "se encontraba en México, dando retiros y conferencias, cuando en la madrugada de hoy fue encontrado ya sin vida".

"Cuando tengamos más detalles de sus funerales, les informaremos por estos medios. Encomendamos a vuestra oración a nuestro hermano que tanto bien ha hecho a la Iglesia", concluyen.

Biografía

El Padre Ignacio Larrañaga, sacerdote franciscano, capuchino de origen español. Nació en Loyola el 4 de mayo de 1928. Fue ordenado sacerdote en Pamplona y desarrolló por algunos años su ministerio sacerdotal en su país de origen.

Enviado a Chile, desde muy joven, ha desarrollado una obra pastoral inmensa, como predicador, escritor y organizador de conferencias, cursos, retiros.

En el año 1965 fundó, el Centro de Estudios Franciscanos y Pastorales para América Latina (CEFEPAL), desarrollando a lo largo de una década una intensa actividad animadora en la línea franciscana y en la renovación conciliar en diversos países de América Latina y España.

En 1974 en Brasil, inició un método de evangelización llamado "Encuentro de Experiencia de Dios", de seis días de duración que llevó a cabo durante 23 años, en los que participaron decenas de miles de personas, delegando después esa tarea evangelizadora a matrimonios de distintos países, que hoy día prosigue.

Desde el año 1984 inició la obra, considerada más importante de su vida: los Talleres de Oración y Vida (TOV), a cuya fundación y consolidación dedicó aproximadamente diez años, escribiendo para su eficaz funcionamiento, dos libros fundamentales: el ‘Manual del Guía TOV’ y ‘Estilo y Vida de los Guías’ y grabando siete casetes con la misma finalidad.

El Padre Larrañaga es asimismo autor de 16 libros que han alcanzado numerosas ediciones y han sido traducidos a 10 idiomas. Entre sus escritos destacan "Muéstrame tu rostro", "El hermano de Asís", "El pobre de Nazaret", "Salmos para la vida", "El silencio de María", "Del sufrimiento a la paz", "El matrimonio feliz".

domingo, 27 de octubre de 2013

“¡Familia, vive la alegría de la fe!”

Esta tarde en el Vaticano comenzó el gran evento de las familias del mundo con el Papa Francisco, para vivir la alegría de la fe, que culminará mañana domingo con la misa del Obispo de Roma.

El Santo Padre bendice a todas las familias del mundo, en el marco de la Peregrinación de las Familias a la tumba de San Pedro, en el Año de la Fe, que ha llegado a la Ciudad Eterna con el lema de “¡Familia, vive la alegría de la fe!”, y con la participación de más de 150 mil personas, de más de 70 países de los cinco continentes

En esta fiesta de la familia el Papa les dijo que han venido en peregrinación de diversas partes del mundo para profesar su fe ante el sepulcro de San Pedro, en esta Plaza que las acoge y abraza, porque como dijo Francisco, “somos un pueblo, una sola alma, convocados por el Señor que nos ama y nos sostiene.

El Papa Francisco también saludó a todas las familias que se unieron a este evento a través de la televisión y de Internet, definiendo a la Plaza de San Pedro una “plaza que se ensancha sin confines”.

El Obispo de Roma recordó a las queridas familias que también ellas forman parte del Pueblo de Dios. Y les dijo que caminan con alegría junto al pueblo. Por esta razón les pidió que permanezcan siempre unidas a Jesús, y que lo lleven a todos con su testimonio.

El Papa les agradeció su presencia. Y les dijo también que todos juntos, hacemos nuestras las palabras de San Pedro, que nos dan fuerza y nos darán fuerza en los momentos difíciles: “Señor, ¿donde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna”. Con la gracia de Cristo, concluyó el Santo Padre, vivan la alegría de la fe. Que el Señor los bendiga y María, nuestra Madre, los acompañe.

Texto completo de las palabras del Papa durante el Encuentro con las Familias
Queridas Familias,

¡Buenas tardes y bienvenidos a Roma! Vinieron como peregrinos desde tantas partes del mundo para poder profesar su fe delante del Sepulcro de San Pedro. Esta plaza los recibe y los abraza. Somos un solo Pueblo con una sola Alma, convocados por el Señor que nos ama y nos sostiene. Saludo a todas las familias que se unen por la televisión y por Internet. ¡Una plaza que se agranda sin confines!

Han querido llamar a este momento “Familia, vive la alegría de la fe”. ¡Me gusta este título! Escuché sus experiencias, las historias que han contado. He visto tantos niños y tantos abuelos. He sentido el dolor de tantas familias que viven en situación de pobreza y de guerra. Escuché a los jóvenes que quieren casarse, a pesar de miles de dificultades, y entonces nos preguntamos: ¿Cómo es posible hoy vivir la alegría de la fe en familia? Yo me pregunto. ¿Es posible vivir esta alegría o no es posible? Hay una palabra de Jesús en el Evangelio de Mateo que nos viene al encuentro: “Vengan a mí, todos ustedes que están cansados y agobiados y yo los aliviaré”. Frecuentemente la vida es agotadora. También, tantas veces trágica. Lo hemos escuchado recientemente.

El trabajo es un esfuerzo. Buscar trabajo es una fatiga, y encontrar trabajo hoy, requiere tanta fatiga. Pero aquello que pesa más en la vida no es esto. Aquello que pesa más de todas las cosas es la falta de amor. Pesa no recibir una sonrisa, no ser recibidos. Pesan ciertos silencios. A veces, también en familia, entre marido y mujer, entre padres e hijos, entre hermanos. Sin amor el esfuerzo se hace más pesado, intolerable. Pienso en los ancianos solos, en las familias que tienen que fatigar porque no reciben ayuda para sostener a quien en casa tiene necesidad de atención especial y cuidados. “Vengan a mí, todos ustedes que están cansados y oprimidos” dice Jesús.

Queridas familias, el Señor conoce nuestras fatigas, las conoce; y conoce los pesos de nuestra vida. Pero el Señor conoce también nuestro profundo deseo de encontrar la alegría del descanso. Recuerden, Jesús dijo “Que su alegría sea plena”. Jesús quiere que nuestra alegría sea plena. Lo dijo a los Apóstoles y lo repite hoy a nosotros. Entonces, ésta es la primera cosa que quiero compartir con ustedes, y es una palabra de Jesús “Vengan a mí, familias de todo el mundo –dice Jesús- y Yo les daré alivio”, para que su alegría sea plena. Y esta palabra de Jesús, llévenla a casa, llévenla en el corazón, compártanla en la familia. Nos invita a ir hacia Él para darnos y darles a todos la alegría. Nos invita a ir hacia él para tener la alegría.

La segunda palabra la tomo del rito del matrimonio. Quien se casa, en el sacramento, dice: “prometo serte fiel siempre, en la alegría y en el dolor, en la salud y en la enfermedad, y de amarte y honrarte todos los días de mi vida”.

Los esposos en ese momento no saben qué ocurrirá. No saben qué alegrías y qué dolores les esperan. Parten como Abraham. Parten en camino juntos, y esto es el matrimonio. Partir y caminar juntos, de la mano, confiándose a la gran mano del Señor, de la mano siempre y para toda la vida, sin hacer caso a esta cultura del provisorio, que nos corta la vida en pedazos.

Con esta confianza en la fidelidad de Dios se afronta todo, sin miedo, con responsabilidad. Los esposos cristianos no son ingenuos, conocen los problemas y peligros de la vida, pero no tienen miedo de asumir su responsabilidad delante de Dios y de la sociedad. Sin escaparse, sin aislarnos, sin renunciar a la misión de formar una familia y traer al mundo a los hijos. “Pero hoy, padre, es difícil”. Cierto, es difícil, por eso es necesaria la gracia, la gracia que nos da el Sacramento. Los sacramentos no están para adornar una vida. “Que bonito matrimonio, que linda la ceremonia, la fiesta” Pero eso no es el sacramento, no es la gracia del sacramento, aquello es una decoración, y la gracia no es para decorar la vida, es para hacernos fuertes, para hacernos valientes, ¡para poder ir hacia delante! Sin aislarnos, siempre juntos

Los cristianos se casan en el sacramento porque son conscientes de tener necesidad. Tienen necesidad para estar unidos entre ellos y para cumplir la misión de los padres. En la alegría y en el dolor, en la salud y en la enfermedad, así dicen los esposos en el sacramento.

En su matrimonio rezan juntos, y con la comunidad. ¿Por qué? ¿Porque se acostumbra hacerlo? ¡No! Lo hacen porque tienen necesidad para el largo viaje que tienen que hacer juntos. Un largo viaje que no es por partes, que dura toda la vida, y necesitan la ayuda de Jesús para caminar juntos, con confianza, para acogerse, uno al otro cada día, y perdonarse cada día, y esto es importante en las familias, saber perdonarse. Porque todos nosotros tenemos defectos. ¡Todos! Y a veces hacemos cosas que no son buenas, hacen mal a los demás. Tener el coraje de pedir perdón cuando en la familia nos equivocamos.

Algunas semanas atrás, en esta plaza, dije que para llevar adelante una familia es necesario usar tres palabras. Quiero repetirlo, tres palabras: permiso, gracias, y perdón. Tres palabras claves.

Pedimos permiso para no ser invasivos. En familia: ¿puedo hacer esto? ¿te gusta que haga esto? Aquél lenguaje del pedir permiso.

Damos gracias: gracias por el amor, pero dime, ¿cuántas veces al día le das las gracias a tu esposa? ¿Y tú a tu marido? ¿Cuántos días pasan sin decir esta palabra? ¡Gracias!

Y la última, perdón. Todos nos equivocamos, y a veces alguno se ofende en la familia, en la pareja; fuerte algunas veces… Yo digo “vuelan los platos”, ¿eh? Se dicen palabras fuertes, pero escuchen este consejo: no terminen el día sin hacer las paces. La paz se rehace cada día en la familia. Pidiendo perdón: “perdóname” y se recomienza de nuevo.

Permiso, gracias y perdón. ¿Las decimos todos juntos? Permiso, gracias y perdón. Bien, hagamos estas tres palabras en familia, perdonarse cada día.

En la vida la familia experimenta tantos momentos bellos. El descanso, los almuerzos juntos, las salidas al parque, al campo, la visita a los abuelos, la visita a una persona enferma, pero si falta el amor, falta la alegría, la fiesta, y el amor siempre nos los da Jesús. Él es la fuente inacabable.

Allí, Él en el sacramento, nos da su Palabra y nos da el Pan de su vida para que nuestra alegría sea plena.

Y para terminar, aquí, delante de nosotros, éste ícono de la presentación de Jesús al Templo es un ícono de verdad bello e importante. Contemplémoslo, y hagámonos ayudar por esta imagen. Como todos ustedes, también los protagonistas de la escena tienen su camino. María y José se pusieron en marcha, peregrinos a Jerusalén, en obediencia a la Ley del Señor. También el viejo Simeón y la profetiza Ana, muy anciana, llegan al Templo, guiados por el Espíritu Santo.

La escena nos muestra este encuentro de tres generaciones. Simeón tiene en brazos al niño Jesús, en el cual reconoce al Mesías; y Ana, está retratada en el gesto de alabar a Dios y anunciar la Salvación a quien esperaba la redención de Israel. Estos dos ancianos representan la fe como memoria.

Pero me pregunto, ¿ustedes escuchan a los abuelos? ¿Ustedes abren su corazón a la memoria que nos dan los abuelos? ¡Los abuelos son la sabiduría de la familia, son la sabiduría de un pueblo! ¡Y un pueblo que no escucha a los abuelos, es un pueblo que muere! ¡Escuchen a los abuelos!

María y José son la familia santificada por la presencia de Jesús, que es el cumplimiento de todas las promesas. Cada familia, como aquella de Nazaret, está insertada en la historia de un pueblo, que no puede existir sin las generaciones precedentes. Por eso hoy tenemos a los abuelos y a los niños. Los niños aprenden de los abuelos, de la generación precedente.

Querida familia, también ustedes son parte del Pueblo de Dios. Caminen con alegría juntos a este Pueblo. ¡Quédense siempre unidos a Jesús y llévenlo a todos con su testimonio! Les agradezco que hayan venido. Juntos hagamos nuestras las palabras de San Pedro que nos darán fuerza. Nos darán fuerza en los momentos difíciles. “Señor, ¿a quién iremos? Sólo Tú tienes palabras de vida eterna”. Con la gracia de Cristo, vivan la alegría de la fe.

Que el Señor los bendiga y que María nuestra Madre los custodie y los acompañe. Gracias.

AUDIO: http://www.news.va/es/news/somos-un-pueblo-una-sola-alma-convocados-por-el-se

Al final de la misa, Francisco dirigió una oración ante una imagen de la Sagrada Familia de Nazareth, El Papa, encomendó a Jesús, María y José, todas las familias para que se renueve en ellas las maravillas de la gracia.

Antes de concluir la celebración eucarística, el Papa dio las gracias y saludó a todos los peregrinos, y especialmente a todas las queridas familias, que vinieron de muchos países del mundo para participar en el gran abrazo de la plaza de san Pedro en torno al Sucesor del Apóstol

Luego, el Papa dirigió un cordial saludo a los obispos y a los fieles de Guinea Ecuatorial, llegados desde el país africano con ocasión de la ratificación del Acuerdo con la Santa Sede. “La Inmaculada Virgen proteja a su amado pueblo y avancen en el camino de la armonía y de la justicia”.

“Y ahora juntos rezaremos el Ángelus, dijo finalmente el Santo Padre. Con esta oración, invocamos la protección de María para las familias de todo el mundo, especialmente para aquellas que viven en situaciones de mayor dificultad. ¡María, Reina de la Familia, ruega por nosotros!Digámoslo todos juntos:

¡María, Reina de la Familia, ruega por nosotros!¡María, Reina de la Familia, ruega por nosotros!

¡María, Reina de la Familia, ruega por nosotros!

Oración del Papa por las familias:
"Jesús, María y José
A ustedes, la Sagrada Familia de Nazaret,
Hoy miramos con admiración y confianza;
En vosotros contemplamos
La belleza de la comunión en el amor verdadero;
A ustedes encomendamos a todas nuestras familias,
Y a que se renueven en las maravillas de la gracia.

Sagrada Familia de Nazaret,
Atractiva escuela del Santo Evangelio:
Enséñanos a imitar sus virtudes
Con una sabia disciplina espiritual,
Danos una mirada limpia
Que reconozca la acción de la Providencia
En las realidades cotidianas de la vida.

Sagrada Familia de Nazaret,
Fiel custodia del ministerio de la salvación:
Haz nacer en nosotros la estima por el silencio,
Haz de nuestras familias círculos de oración
Y conviértelas en pequeñas iglesias domésticas,
Renueva el deseo de santidad,
Sostener la noble fatiga del trabajo, la educación,
La escucha, la comprensión y el perdón mutuo.

Sagrada Familia de Nazaret,
Despierta en nuestra sociedad la conciencia
Del carácter sagrado e inviolable de la familia,
Inestimable e insustituible.

Que cada familia sea acogedora morada de Dios y de la paz
Para los niños y para los ancianos,
Para aquellos que están enfermos y solos,
Para aquellos que son pobres y necesitados.

Jesús, María y José,
A ustedes con confianza oramos,
A ustedes con alegría nos confiamos".


sábado, 26 de octubre de 2013

El día a día del Bergoglio en Buenos Aires, disponible en una web argentina


26 de octubre, 2013 (Romereports.com) El día que Francisco salió al balcón del Vaticano como Papa, los primeros sorprendidos fueron los vecinos de Buenos Aires. Pocos días después, más de 50.000 personas siguieron en su ciudad natal su Misa de inicio de Pontificado.  

Estas imágenes se pueden ver en la web que el ayuntamiento de Buenos Aires ha lanzado en honor a Francisco. Se llama Ciudad del Papa y contiene toda la información sobre Jorge Bergoglio antes de que los cardenales le eligieran Papa. 

El portal repasa la vida de Francisco, muy unida a Buenos Aires: desde su nacimiento hasta que llegó a arzobispo y, después, a Papa. 

La sección más popular de la web es esta: un mapa interactivo del día a día del arzobispo Bergoglio en la ciudad. Entre los lugares más visitados está la Catedral Metropolitana, pero también la basílica de San José de Flores, donde descubrió su vocación. 

Estas iniciativas demuestran que Buenos Aires no desaprovecha el tirón turístico del primer Papa latino. Pero también, que Francisco se ha convertido en el orgullo de la ciudad.

Da gusto recibir el sacramento de la Confesión


Germán López es colombiano y emigró a España hace treinta y nueve años. En el santuario de Torreciudad experimentó una conversión que le llevó a confesarse y a conocer más tarde el Opus Dei. Por su cariño a la Virgen, junto a su mujer, Margarita, y otros Delegados de Torreciudad organiza desde hace doce años el Encuentro de Pueblos de América, una jornada dedicada a los inmigrantes latinoamericanos que viven en España.

“Somos un pueblo, una sola alma, convocados por el Señor que nos ama y nos sostiene, el Papa a las familias del mundo

Esta tarde en el Vaticano comenzó el gran evento de las familias del mundo con el Papa Francisco, para vivir la alegría de la fe, que culminará mañana domingo con la misa del Obispo de Roma.

El Santo Padre bendice a todas las familias del mundo, en el marco de la Peregrinación de las Familias a la tumba de San Pedro, en el Año de la Fe, que ha llegado a la Ciudad Eterna con el lema de “¡Familia, vive la alegría de la fe!”, y con la participación de más de 150 mil personas, de más de 70 países de los cinco continentes

En esta fiesta de la familia el Papa les dijo que han venido en peregrinación de diversas partes del mundo para profesar su fe ante el sepulcro de San Pedro, en esta Plaza que las acoge y abraza, porque como dijo Francisco, “somos un pueblo, una sola alma, convocados por el Señor que nos ama y nos sostiene.

El Papa Francisco también saludó a todas las familias que se unieron a este evento a través de la televisión y de Internet, definiendo a la Plaza de San Pedro una “plaza que se ensancha sin confines”.

El Obispo de Roma recordó a las queridas familias que también ellas forman parte del Pueblo de Dios. Y les dijo que caminan con alegría junto al pueblo. Por esta razón les pidió que permanezcan siempre unidas a Jesús, y que lo lleven a todos con su testimonio.

El Papa les agradeció su presencia. Y les dijo también que todos juntos, hacemos nuestras las palabras de San pedro, que nos dan fuerza y nos darán fuerza en los momentos difíciles: “Señor, ¿donde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna”. Con la gracia de Cristo, concluyó el Santo Padre, vivan la alegría de la fe. Que el Señor los bendiga y María, nuestra Madre, los acompañe.

AUDIO: http://es.radiovaticana.va/news/2013/10/26/“somos_un_pueblo,_una_sola_alma,_convocados_por_el_señor_que_nos_ama/spa-741083

viernes, 25 de octubre de 2013

"La luz de Francisco" - Palito Ortega


"La luz de Francisco"

Letra, música e interpretación: Palito Ortega


Está brillando una luz, una luz en el camino,
para llegar a Jesús de la mano de Francisco.
Francisco es la nueva luz, una luz que alumbra a todos,
vamos a rezar por él, como el reza por nosotros.

Francisco abrió sus brazos para cuidar al pueblo de Dios,
y sobre todo al más pobre como Jesús los cuidó.
Llegaste del fin del mundo con la divina misión,
de anunciarle a tus hermanos el evangelio de Dios.

Está brillando una luz, una luz en el camino,
Para llegar a Jesús de la mano de Francisco.
Francisco es la nueva luz, una luz que alumbra a todos,
vamos a rezar por él, como el reza por nosotros.

Vamos a seguir tus pasos que nuestra guía sea tu voz,
queremos ir de tu mano ir al encuentro de Dios.
El mundo está celebrando porque encendiste una nueva luz,
porque siembras tu palabra de amor igual que Jesús.

Está brillando una luz, una luz en el camino,
Para llegar a Jesús de la mano de Francisco.
Francisco es la nueva luz, una luz que alumbra a todos,
vamos a rezar por él, como el reza por nosotros.

Francisco, Papa querido, una oración vamos a rezar,
para pedir que te cuide siempre nuestra Virgen de Luján.
Cantemos con alegría a nuestro hermano Francisco,
para el Pastor de la Iglesia, para el Vicario de Cristo.

Está brillando una luz, una luz en el camino,
Para llegar a Jesús de la mano de Francisco.
Francisco es la nueva luz, una luz que alumbra a todos,
vamos a rezar por él, como el reza por nosotros.

Algunos dicen: “Ah, yo me confieso con Dios”. Pero es fácil, es como confesarte por e-mail, ¿no? Dios está allá, lejos, yo digo las cosas y no hay un cara a cara, no hay un a cuatro ojos. Pablo confiesa su debilidad a los hermanos cara a cara.


Tener el coraje ante el confesor de llamar a los pecados con su nombre, sin esconderlos. En su homilía de la Misa celebrada esta mañana en la Casa de Santa Marta, el Papa se centró en el Sacramento de la Reconciliación. Confesarse, dijo, es salir al encuentro del amor de Jesús con corazón sincero y con la transparencia de los niños, sin rechazar, sino acogiendo la “gracia de la vergüenza”, que nos hace percibir el perdón de Dios.

Para muchos creyentes adultos confesarse ante el sacerdote es uno esfuerzo insostenible – que induce con frecuencia a esquivar el Sacramento – o una pena tal que transforma un momento de verdad en un ejercicio de ficción. San Pablo, en su Carta a los Romanos – comentó el Papa – hace exactamente lo contrario: admite públicamente ante la comunidad que en “su carne no habita el bien”. Afirma que es un “esclavo” que no hace el bien que quiere, sino que realiza el mal que no quiere. Francisco observó que esto sucede en la vida de la fe porque “cuando quiero hacer el bien, el mal está junto a mí”:
“Y esta es la lucha de los cristianos. S nuestra lucha de todos los días. Y nosotros no siempre tenemos el coraje de hablar como habla Pablo de esta lucha. Buscamos siempre una vía de justificación: ‘Pero sí, somos todos pecadores’. Lo decimos así, ¿no? Esto lo dice dramáticamente: es nuestra lucha. Y si nosotros no reconocemos esto, jamás podemos tener el perdón de Dios. Porque si ser pecador es una palabra, un modo de decir, una manera de decir, no tenemos necesidad del perdón de Dios. Pero si es una realidad, que nos hace esclavos, tenemos necesidad de esta liberación interior del Señor, de esa fuerza. Pero más importante aquí es que para encontrar el camino de salida, Pablo confiesa a la comunidad su pecado, su tendencia al pecado. No la esconde”.
La confesión de los pecados hecha con humildad es “lo que la Iglesia pide a todos nosotros”, recordó el Papa, y citó también la invitación de Santiago: “Confiesen entre ustedes los pecados”. Pero “no – aclaró Francisco – para hacer publicidad”, sino “para dar gloria a Dios” y reconocer que “es Él quien me salva”. He aquí porqué, añadió el Santo Padre, para confesarse se va al hermano, “el hermano sacerdote”: es para comportarse como Pablo. Y sobre todo, subrayó, con la misma “concreción”:
Algunos dicen: “Ah, yo me confieso con Dios”. Pero es fácil, es como confesarte por e-mail, ¿no? Dios está allá, lejos, yo digo las cosas y no hay un cara a cara, no hay un a cuatro ojos. Pablo confiesa su debilidad a los hermanos cara a cara. Otros: “No, yo voy a confesarme”, pero se confiesan cosas tan etéreas, tan en el aire, que no tienen ninguna concreción. Y eso es lo mismo que no hacerlo. Confesar nuestros pecados no es ir a una sesión de psiquiatría, ni siquiera ir a una sala de tortura: es decir al Señor: “Señor soy pecador”, pero decirlo a través del hermano, para que este decir sea también concreto. “Y soy pecador por esto, por esto y por esto”.
Concreción, honradez y también – dijo el Papa Francisco – una sincera capacidad de avergonzarse de las propias equivocaciones: no hay sendas en sombra alternativas al camino que lleva al perdón de Dios, a percibir en lo profundo del corazón tu pecado y su amor. Y en este punto el Pontífice dijo que hay que imitar a los niños:
“Los pequeños tienen esa sabiduría: cuando un niño viene a confesarse, jamás dice una cosa general. “Pero, padre he hecho esto y he hecho esto a mi tía, al otro le he dicho esta palabra” y dicen la palabra. Son concretos, ¡eh! Tienen esa sencillez de la verdad. Y nosotros tenemos siempre la tendencia a esconder la realidad de nuestras miserias. Pero hay una cosa bella: cuando nosotros confesamos nuestros pecados como son ante la presencia de Dios, siempre sentimos esa gracia de la vergüenza. Avergonzarse ante Dios es una gracia. Es una gracia: “Yo me avergüenzo”. Pensemos en Pedro, cuando, después del milagro de Jesús en el lago dice: “Pero, Señor, aléjate de mí, yo soy pecador”. Se avergüenza de su pecado ante la santidad de Jesucristo”.

jueves, 24 de octubre de 2013

¿Cómo es la presencia de Jesús en nosotros después de comulgar?

Pregunta:
No entiendo o no quiero entender que cuando comulgamos la presencia física de Jesús dura lo que duran las especies sacramentales. Para mí, al comulgar es la misma Carne y Sangre de Jesús que entra en mí y habita en mí, y hace todo lo que Él sabe hacer, y le doy la bienvenida con un abrazo, y bailo y me regocijo espiritualmente, no sé por cuánto tiempo, y sé que mis células y mi sangre se mezclan con las de Jesús y me vuelve cada vez más parecida a Él y me da la fuerza para seguir adelante y le digo siempre, por favor Señor al momento que me tenga morir, dame tu cuerpo y tu sangre, por eso no entiendo cómo puedo pensar que solo 10 minutos va a estar en mí, y luego se va a ir, entonces porque nos dice Jesús en Jn. 6, 55-58 El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en Mí y Yo en el.....

La verdad me da mucha desilusión pensar así, a un Jesús visitante, siendo El mi hermano, mi Padre etc...

Respuesta:

Jesús está físicamente presente en la Eucaristía, con su cuerpo, con su sangre, con su alma y su divinidad: Él entero, vivo, glorioso, el único Jesús que existe (no es "un" cuerpo de Jesús, sino Jesús mismo, escondido en las especies sacramentales).

En el momento de la consagración, el pan y el vino se convierten en Cristo, permaneciendo las apariencias de pan y vino (lo que llamamos las especies de pan y vino). Las especies nos dicen donde está Jesús: "detrás" de ellas (por decirlo de alguna manera).

Cuando las especies de pan y vino dejan de ser especies de pan y vino, porque las apariencias de vino se avinagran o las de pan se pudren o son disueltas por el estómago, la presencia física de Jesús cesa. Jesús no está presente en vinagre, ni en pan podrido (por poner un ejemplo).

Lo mismo ocurre cuando comulgamos. Por eso, se dice que la presencia física de Jesús en nosotros dura unos diez minutos.

Es lógico y bueno que sea así. Jesús no se "encarna" en nosotros. Nos une a él como el alimento. Cuando nosotros comemos un chorizo, el chorizo no permanece en nosotros como chorizo... Nos alimenta, nos da calorías, proteínas... Cuando recibimos a Jesús nos alimenta espiritualmente. El instituyó la Eucaristía como alimento.

Además, sería muy complicado tener a Jesús físicamente en nosotros... tendríamos que darle culto todo el tiempo, cómo haríamos en momentos que quizá no sería digno que Jesús estuviera físicamente en nosotros... (así como no llevamos la Eucaristía a un comedor, a un cine, a...).

Que cese la presencia real, no quiere decir que Jesús se vaya de nosotros. Está en nuestra alma en gracia, pero no físicamente su cuerpo... está en la inhabitación de la Trinidad: Dios habita en nosotros, ahí está el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Una presencia que es real, pero no es sustancial, como lo es el rato después de comulgar.

Alguna vez he leído a un autor espiritual, que se cumple lo que Jesús dice en la Ultima Cena: "les conviene que yo me vaya...", que cuando cesa la presencia real en nosotros después de comulgar, es como si hubiera una nueva infusión del Espíritu Santo.

Así que como ves, no perdemos. Nos alimentamos de Jesús -vivimos de Él- y sigue presente en nosotros (aunque no de un modo físico, como lo está en la Eucaristía).

P. Eduardo María Volpacchio |
URL: http://wp.me/p2MeN-ey
Blog del P. Eduardo Volpacchio: http://algunasrespuestas.wordpress.com/

miércoles, 23 de octubre de 2013

Papa Francisco: 'Si la Iglesia no lleva a Jesús es una Iglesia muerta'


El Obispo de Roma centró su reflexión en María, prosiguiendo sus catequesis sobre la Iglesia, en una Plaza de San Pedro repleta, una semana más, de miles de fieles romanos y peregrinos - más de cien mil - de tantas partes del mundo. Con la Constitución Dogmática sobre la Iglesia Luz de los Pueblos, del Concilio Vaticano II, el Papa Francisco destacó tres aspectos de la Madre de Dios y mamá nuestra: María como modelo de fe, María modelo de Caridad y María modelo de unión con Cristo.

En su audiencia general de este miércoles, el Santo Padre puso de relieve que la Madre del Redentor vivió en la sencillez y humildad cotidiana y como mamá nos quiere brindar también a nosotros el gran don que es Jesús, su amor, su paz, su alegría. Siguiendo a María, la Iglesia no es una agencia humanitaria, sino que está enviada a llevar a todos a Cristo, su Evangelio, su caridad, el amor de Dios.

Reiterando que María «es modelo de fe, no sólo porque como hebrea esperaba al redentor, y con su sí se adhiere al proyecto de Dios, sino porque desde ese momento su vida se centra en Jesús», el Santo Padre recordó que «además lo hace desde la cotidianeidad de una mujer humilde que, sin embargo, vive inmersa en el misterio, y su sí, ya perfecto desde el inicio, crece hasta la cruz, en la que su maternidad abraza a todos».


María «es modelo de caridad, como vemos en la Visitación, pues ella no sólo ayuda a su prima, sino que le lleva a Cristo, la perfecta alegría que viene del Espíritu y se manifiesta en un amor oblativo. Es modelo también de unión con Cristo, sea en su tarea cotidiana, sea en el camino de la cruz, hasta unirse a Él en el martirio del corazón», subrayó el Papa Francisco alentando a dejarnos interpelar por la figura de María. A preguntarnos si la vemos lejana; si acudimos a ella en la prueba; si somos capaces, como ella, de amar dándonos totalmente. Y si nos sentimos unidos a Jesús, según su ejemplo, en una relación constante o sólo nos acordamos de Él en la necesidad. Invito a todos – exhortó el Obispo de Roma - a pedir al Señor su gracia, de modo que amemos cada vez más a María, Madre de la Iglesia.

Texto completo de las palabras del Papa, resumiendo su catequesis en español:
Queridos hermanos y hermanas:

En la catequesis de hoy, y siguiendo el Concilio Vaticano II, quiero reflexionar sobre María como modelo «de la Iglesia en el orden de la fe, de la caridad y de la unión perfecta con Cristo». Ella es modelo de fe, no sólo porque como hebrea esperaba al redentor, y con su sí se adhiere al proyecto de Dios, sino porque desde ese momento su vida se centra en Jesús. Además lo hace desde la cotidianeidad de una mujer humilde que, sin embargo, vive inmersa en el misterio, y su sí, ya perfecto desde el inicio, crece hasta la cruz, en la que su maternidad abraza a todos. Y es modelo de caridad, como vemos en la Visitación, pues ella no sólo ayuda a su prima, sino que le lleva a Cristo, la perfecta alegría que viene del Espíritu y se manifiesta en un amor oblativo. Es modelo también de unión con Cristo, sea en su tarea cotidiana, sea en el camino de la cruz, hasta unirse a Él en el martirio del corazón. Ahora nos preguntamos: ¿cómo nos interpela la figura de María? ¿la vemos lejana? ¿acudimos a ella en la prueba? ¿somos capaces, como ella, de amar dándonos totalmente? ¿nos sentimos unidos a Jesús, según su ejemplo, en una relación constante o sólo nos acordamos de Él en la necesidad?
********************
Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Argentina, Costa Rica, México, Panamá, Venezuela, Paraguay, Chile y los demás países latinoamericanos. Invito a todos a pedir al Señor su gracia, de modo que amemos cada vez más a María, Madre de la Iglesia. Gracias.



Traducción del texto completo de la catequesis del Papa en italiano


¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

Continuando con las catequesis sobre la Iglesia, hoy me gustaría mirar a María como imagen y modelo de la Iglesia. Lo hago recuperando una expresión del Concilio Vaticano II. Dice la Constitución Lumen gentium: "Como ya enseñaba San Ambrosio, la Madre de Dios es una figura de la Iglesia en el orden de la fe, de la caridad y la perfecta unión con Cristo”
(n. 63).

1. Partamos del primer aspecto, María como modelo de fe ¿En qué sentido, María es un modelo para la fe de la Iglesia? Pensemos quién fue la Virgen María: una muchacha judía, que esperaba con todo su corazón la redención de su pueblo. Pero en aquel corazón de joven hija de Israel, había un secreto que ella misma aún no conocía: en el designio de amor de Dios estaba destinada a convertirse en la Madre del Redentor. En la Anunciación, el Mensajero de Dios la llama "llena de gracia" y le revela este proyecto. María responde "sí ", y desde ese momento la fe de María recibe una nueva luz: se concentra en Jesús, el Hijo de Dios que se hizo carne en ella y en él que se cumplen las promesas de toda la historia de la salvación. La fe de María es el cumplimiento de la fe de Israel, en ella realmente se centró todo el camino de aquel pueblo que esperaba la redención, y en este sentido es el modelo de la fe de la Iglesia, que tiene como centro Cristo, la encarnación del amor infinito de Dios.

¿Cómo vivió María la fe? La vivió en la sencillez de las mil ocupaciones y preocupaciones cotidianas de cada madre, en la forma de proveer a la comida, la ropa, la atención en el hogar... Precisamente en esta existencia normal de la Virgen, en este terreno, se desarrolló la relación única y el diálogo profundo entre ella y Dios, entre ella y su Hijo. El "sí" de María, ya perfecto al principio, creció hasta la hora de la Cruz. Allí, su maternidad se dilató abrazando a cada uno de nosotros, nuestra vida, para guiarnos hacia su Hijo. María siempre ha vivido inmersa en el misterio de Dios hecho hombre, como su primera y perfecta discípula, meditando todo en su corazón a la luz del Espíritu Santo, para entender y poner en práctica toda la voluntad de Dios.
Nos podemos preguntar: ¿nos dejamos iluminar por la fe de María, que es Madre nuestra? ¿O pensamos que está alejada, porque es demasiado diferente a nosotros? ¿En los momentos de dificultad, de prueba, de oscuridad, la miramos a ella como modelo de confianza en Dios, que quiere siempre y solamente nuestro bien? ¡Pensemos en esto, quizá nos hará bien reencontrar a María como modelo y figura de la Iglesia en esta fe que ella tenía!

2. Lleguemos al segundo aspecto: María, modelo de caridad ¿Cómo María es ejemplo viviente de amor para la Iglesia? Pensemos en su disposición hacia su prima Isabel. Visitándola, la Virgen María no sólo trajo ayuda material, también esto, pero llevó a Jesús, quien ya vivía en su vientre. Llevar a Jesús en aquella casa significaba llevar alegría, la alegría completa. Isabel y Zacarías estaban contentos por el embarazo que parecía imposible a su edad, pero es la joven María la que les trae el gozo pleno, el que viene de Jesús y del Espíritu Santo, y se expresa en la caridad de forma gratuita, en el compartir, en ayudarse, en la comprensión.
La Virgen nos quiere traer también a nosotros, a todos nosotros, el gran don que es Jesús; y con Él nos trae su amor, su paz, su alegría. Así, la Iglesia es como María. La Iglesia no es una tienda, la Iglesia no es una organización humanitaria, la Iglesia no es una ONG, la Iglesia es enviada para llevar a todos a Cristo y su Evangelio. Ésta es la Iglesia: no se lleva a sí misma, si es pequeña, si es grande, si es fuerte, si es débil, sino que la Iglesia lleva a Jesús. Y la Iglesia debe ser como María, cuando fue - como hemos escuchado en el Evangelio - cuando fue a hacer una visita a Isabel. ¿Qué lleva María? ¡Jesús! Y la Iglesia lleva a Jesús Y este es el corazón de la Iglesia, ¿eh? Si sucediera -es una hipótesis- que la Iglesia no llevara a Jesús, aquella sería una iglesia muerta. ¿Lo entienden? Debe llevar a Jesús y debe llevar la caridad de Jesús, el amor de Jesús, la fuerza de Jesús.

¿Y nosotros -que hemos hablado de María, de la Iglesia- y nosotros que somos la Iglesia, cada uno de nosotros, ¿qué amor llevamos a los demás? ¿Es el amor de Jesús, que comparte, que perdona, que acompaña…o es un amor demasiado, demasiado aguado, ¿no? como cuando el vino se diluye tanto que parece agua, nuestro amor? ¿O es un amor que es fuerte, o tan débil que sigue las simpatías, que busca las recompensas? Un amor interesado. Pero, una pregunta: ¿a Jesús le gusta el amor interesado, o no le gusta? ¿Le gusta? Ah, no parecen estar muy convencidos, ¿eh? ¿Le gusta o no? ¡No le gusta! El amor debe ser gratuito, como era el amor de Él. ¿Cómo son las relaciones en nuestras parroquias, en nuestras comunidades? ¿Nos tratamos unos a otros como hermanos y hermanas? ¿O juzgamos y hablamos mal de los demás? Sin embargo, he oído decir que aquí, en Roma, nadie habla mal de los demás, ¿eso es cierto? No sé. Yo lo digo ¿Nos cuidamos cada uno del propio "huertecillo", o nos cuidamos unos a otros? Son preguntas de caridad.

3. Y brevemente, un último aspecto: “María, modelo de la unión con Cristo”. La vida de la Virgen Santa, ha sido la vida de una mujer de su pueblo: María rezaba, trabajaba, iba a la sinagoga... Pero cada acción la realizaba siempre en perfecta unión con Jesús. Esta unión alcanza su culmen en el Calvario: aquí María se une al Hijo en el martirio del corazón y en la ofrenda de la vida al Padre para la salvación de la humanidad. La Virgen abraza y hace suyo el dolor del Hijo y acepta con Él la voluntad del Padre, en aquella obediencia que produce fruto, que da la verdadera victoria sobre el mal y la muerte.
Es muy hermosa esta realidad que María nos enseña: estar siempre unidos a Jesús. Podemos preguntarnos: ¿nos acordamos de Jesús sólo cuando algo va mal y tenemos necesidad? ¿O tenemos una relación constante, una profunda amistad, incluso cuando se trata de seguirlo en el camino de la cruz?
Pidamos al Señor que nos dé su gracia, su fuerza, para que en nuestra vida y en la vida de cada comunidad eclesial se refleje el modelo de María, Madre de la Iglesia. Así sea.


San Juan Capistrano, popular predicador


Sacerdote al servicio de la fe y costumbres católicas en casi toda Europa  <div
Nació en un pueblecito llamado Capistrano, en la región montañosa de Italia, en 1386. Fue un estudiante sumamente consagrado a sus deberes y llegó a ser abogado y juez, y gobernador de Perugia. Pero en una guerra contra otra ciudad cayó prisionero, y en la cárcel se puso a meditar y se dio cuenta de que en vez de dedicarse a conseguir dinero, honores y dignidades en el mundo, era mejor dedicarse a conseguir la santidad y la salvación en una comunidad de religiosos, y entró de franciscano.
Es este uno de los predicadores más famosos que ha tenido la Iglesia Católica.
Como era muy vanidoso y le gustaba mucho aparecer, dispuso vencer su orgullo recorriendo la ciudad cabalgando en un pobre burro, pero montado al revés, mirando hacia atrás, y con un sombrero de papel en el cual había escrito en grandes letras: "Soy un miserable pecador". La gente le silbó y le lanzaron piedras y basura. Así llegó hasta el convento de los franciscanos a pedir que lo recibieran de religioso.
El Padre maestro de novicios dispuso ponerle pruebas muy duras para ver si en verdad este hombre de 30 años era capaz de ser religioso humilde y sacrificado. Lo humillaba sin compasión y lo dedicaba a los oficios más cansones y humildes, pero Juan en vez de disgustarse le conservó una profunda gratitud por toda su vida, pues le supo formar un verdadero carácter, y lo preparó para enfrentarse valientemente a las dificultades de la vida. Él recordaba muy bien aquellas palabras de Jesús: "Si el grano de trigo no cae en tierra y no muere, se queda sin producir fruto, pero si muere producirá mucho fruto"(Jn. 12,24).
A los 33 años fue ordenado de sacerdote y luego, durante 40 años recorrió toda Europa predicando con enormes éxitos espirituales. Tuvo por maestro de predicación y por guía espiritual al gran San Bernardino de Siena, y formando grupos de seis y ocho religiosos se distribuyeron primero por toda Italia, y después por los demás países de Europa predicando la conversión y la penitencia.
Juan tenía que predicar en los campos y en las plazas porque el gentío tan enorme no cabía en las iglesias.
Su presencia de predicador era impresionante. Flaco, pálido, penitente, con voz sonora y penetrante; un semblante luminoso, y unos ojos brillantes que parecían traspasar el alma, conmovía hasta a los más indiferentes. La gente lo llamaba "El padre piadoso", "el santo predicador". Vibraba en la predicación de las verdades eternas. La gente al verlo y oírlo recordaba la figura austera de San Juan Bautista predicando conversión en las orillas del río Jordán. Y les repetía las palabras del Bautista: "Raza de víboras: tienen que producir frutos de conversión. Porque ya está el hacha de la justicia divina junto a la vida de cada uno, y árbol que no produce frutos de obras buenas será cortado y echado al fuego" (Lc. 3,7).
Muchos pedían a gritos la confesión, prometiendo cambiar de vida y estallaban en llanto de arrepentimiento. Las gentes traían sus objetos e superstición y los libros de brujería y otros juegos y los quemaban en públicas hogueras en la mitad de las plazas.
Muchos jóvenes al oírlo predicar se proponían irse de religiosos. En Alemania consiguió 120 jóvenes para las comunidades religiosas y en Polonia 130.
Sus sermones eran de dos y tres horas, pero a los oyentes se les pasaba el tiempo sin darse cuenta. Atacaba sin miedo a los vicios y malas costumbres, y muchísimos, después de escucharle, dejaban sus malas amistades y las borracheras.
Después de predicar se iba a visitar enfermos, y con sus oraciones y su bendición sacerdotal obtenía innumerables curaciones.
Juan convertía pecadores no sólo por su predicación tan elocuente y fuerte, sino por su gran espíritu de penitencia. Dormía pocas horas cada noche. Vestía siempre trajes sumamente pobres. Comía muy poco, y siempre alimentos burdos y nunca comidas finas ni especiales. Una artritis muy dolorosa lo hacía cojear y dolores muy fuertes de estómago lo hacían retorcerse, pero su rostro era siempre alegre y jovial. En su cuerpo era débil pero en su espíritu era un gigante.
Después de muerto reunieron los apuntes de los estudios que hizo para preparar sus sermones y suman 17 gruesos volúmenes.
La Comunidad Franciscana lo eligió por dos veces como Vicario Genera, y aprovechó este altísimo cargo para tratar de reformar la vida religiosa de los franciscanos, llegando a conseguir que en toda Europa esta Orden religiosa llegara a un gran fervor.
Muchos se le oponían a sus ideas de reformar y de volver más fervorosos a los religiosos. Y lo que más lo hacía sufrir era que la oposición venía de sus mismos colegas en el apostolado. Se cumplía en él lo que dice el Salmo: "Aquél que comía conmigo el pan en la misma mesa, se ha declarado en contra de mí". Pero esas incomprensiones le sirvieron para no dedicarse a buscar las alabanzas de las gentes, sino las felicitaciones de Dios. Él repetía la frase de San Pablo: "Si lo que busco es agradar a la gente, ya no seré siervo de Cristo".
Juan tenía unas dotes nada comunes para la diplomacia. Era sabio, era prudente, y medía muy bien sus juicios y sus palabras. Había sido juez y gobernador y sabía tratar muy bien a las personas. Por eso cuatro Pontífices (Martín V, Eugenio IV, Nicolás V y Calixto III) lo emplearon como embajador en muchas y muy delicadas misiones diplomáticas y con muy buenos resultados. Tres veces le ofrecieron los Sumos Pontífices nombrarlo obispo de importantes ciudades, pero prefirió seguir siendo humilde predicador, pobre y sin títulos honoríficos.
40 años llevaba Juan predicando de ciudad en ciudad y de nación en nación, con enormes frutos espirituales, cuando a la edad de 70 años lo llamó Dios a que le colaborara en la liberación de sus católicos en Hungría. Y fue de la siguiente manera.
En 1453 los turcos musulmanes se habían apoderado de Constantinopla, y se propusieron invadir a Europa para acabar con el cristianismo. Y se dirigieron a Hungría.
Las noticias que llegaban de Serbia, nación invadida por los turcos, eran impresionantes. Crueldades salvajes contra los que no quisieran renegar de la fe en Cristo, y destrucción de todo lo que fuera cristiano católico.
Entonces Juan se fue a Hungría y recorrió toda la nación predicando al pueblo, incitándolo a salir entusiasta en defensa de su santa religión. Las multitudes respondieron a su llamado, y pronto se formó un buen ejército de creyentes.
Los musulmanes llegaron cerca de Belgrado con 200 cañones, una gran flota de barcos de guerra por el río Danubio, y 50,000 terribles jenízaros de a caballo, armados hasta los dientes. Los jefes católicos pensaron en retirarse porque eran muy inferiores en número. Pero fue aquí cuando intervino Juan de Capistrano.
El gran misionero salvó a la ciudad de Bucarest de tres modos. El primero, convenciendo al jefe católico Hunyades a que atacara la flota turca que era mucho más numerosa. Atacaron y salieron vencedores los católicos. El segundo, fue cuando ya los católicos estaban dispuestos a abandonar la fortaleza de la ciudad y salir huyendo. Entonces Juan se dedicó a animarlos, llevando en sus manos una bandera con una cruz y gritando sin cesar: Jesús, Jesús, Jesús. Los combatientes cristianos se llenaron de valor y resistieron heroicamente. Y el tercer modo, fue cuando ya Hunyades y sus generales estaban dispuestos a abandonar la ciudad, juzgando la situación insostenible, ante la tremenda desproporción entre las fuerzas católicas y las enemigas, Juan recorrió todos los batallones gritando entusiasmado: "Creyentes valientes, todos a defender nuestra santa religión". Entonces los católicos dieron el asalto final y derrotaron totalmente a los enemigos que tuvieron que abandonar aquella región.
Jamás empleó armas materiales. Sus armas eran la oración, la penitencia y la fuerza irresistible de su predicación.
Las gentes decían que aquellos cuarteles de guerreros más parecían casas de religiosos que campamentos militares, porque allí se rezaba y se vivía una vida llena de virtudes. Todos los capellanes celebraban cada día la santa misa y predicaban. Muchísimos soldados se confesaban y comulgaban. Y los militares repetían en sus batallones: "Tenemos un capellán santo. Hay que portarse de manera digna de este gran sacerdote que nos dirige. Si nos portamos mal no vamos a conseguir victorias sino derrotas". Y los oficiales afirmaban: "Este padrecito tiene más autoridad sobre nuestros soldados, que el mismo jefe de la nación".
Mientras los católicos luchaban con las armas en Hungría, el Sumo Pontífice hacía rezar en todo el mundo el Angelus (o tres Avemarías diarias) por los guerreros católicos y la Sma. Virgen consiguió de su Hijo una gran victoria. Con razón en Budapest le levantaron una gran estatua a San Juan de Capistrano, porque salvó la ciudad de caer en manos de los más crueles enemigos de nuestra santa religión.
Y sucedió que la cantidad de muertos en aquella descomunal batalla fue tan grande, que los cadáveres dispersados por los campos llenaron el aire de putrefacción y se desató una furiosa epidemia de tifo. San Juan de Capistrano había ofrecido a Dios su vida con tal de conseguir la victoria contra los enemigos del catolicismo, y Dios le aceptó su oferta. El santo se contagió de tifo, y como estaba tan débil a causa de tantos trabajos y de tantas penitencias, murió el 23 de octubre de 1456.


PATRONO UNIVERSAL DE LOS CAPELLANES CASTRENSES
Les enviamos un cordial saludo a todos los Capellanes que forman el Clero Castrense


Gran apóstol: alcánzanos de Dios entusiasmo y valor para
defender siempre nuestra amada religión católica.
Orad y trabajad por la nación donde estáis viviendo,
porque su bien será vuestro bien (S. Biblia. Jeremías 29).

Reza por tus difuntos, encarga una misa por ellos

Comunidades religiosas y sacerdotes apoyan una novena por aquellos que ya no están físicamente con nosotros.

La iniciativa Novena de los fieles difuntos, organizada por segunda vez por el portal Catholic.net ante la celebración del 2 de noviembre, está impulsando la oración por “nuestros seres queridos que se nos han adelantado para ir a la casa del Padre”, con la habilitación de una web especial y la coordinación con sacerdotes y comunidades religiosas.

Personas de distintos lugares se unirán con adoraciones, oraciones, el rezo del rosario, y una intención especial en la Santa Misa el día 2 de noviembre.

“Únase a nuestras oraciones, y envíenos los nombres de los difuntos a quienes usted desea que encomendemos –animan los organizadores-. Tendremos un recuerdo especial para ellos durante los nueve días previos a la fiesta de los Fieles Difuntos el día 2 de noviembre”.

Las personas interesadas en enviar sus nombres e intenciones, pueden rellenar un sencillo formulario, que Catholic.net enviará a los diversos conventos y casas de religiosos y religiosas, y sacerdotes diocesanos que se han sumado a esta Novena de los Fieles Difuntos.

“La Iglesia, a través de la oración y la Santa Misa de sufragio, nos permite vivir unidos espiritualmente a ellos, y renueva en nosotros la certeza de que nuestra vida no termina en esta tierra”, recuerdan en su web, en la que ponen a disposición la novena de oración.

Catholic.net no cobra por las oraciones y Misas. Las oraciones son gratuitas y las Misas han sido donadas voluntariamente por los sacerdotes que se han sumado a esta iniciativa.

El portal católico también invita a cualquier persona rezar durante el octavario en honor a los difuntos del 1 al 8 de noviembre para ganar la indulgencia plenaria que se aplica a los difuntos a manera de sufragio.

martes, 22 de octubre de 2013

La Cruz como una espada, para Wojtyla


Los devotos de Wojtyla lo celebraron beato por última vez, porque el próximo 22 de octubre del 2014, Juan Pablo II ya será celebrado como santo.

El hecho es que en la imagen que tengo de Juan Pablo II, no lo puedo separar de su báculo, del cayado de pastor, del “pastoral” –como lo llaman muchos- que Wojtyla sostenía firmemente. Ese bastón plateado, rematado en la cruz con el madero transversal arqueado por el peso de Jesús.
Veo siempre y así lo quiero ver al Papa polaco, aferrado a ese cayado, como a un bastón que no se puede sostener si él mismo bastón no te sostiene, porque la cruz no es otra que la cruz de Jesús. Y al final es Jesús el que sostuvo y sostiene la cruz y no al revés, como esas espadas de la ficción que tienen poder, movimiento y eficacia por sí mismas y guían a la victoria a quien las empuña. Y es Jesús la espada que derrota el mal y abre en el propio corazón la fuente inagotable de Vida en el Amor.

Juan Pablo II blandió la cruz como una espada sobre el mundo, para romper cadenas y abatir muros, y en el mismo gesto de plantarla como un árbol, para que de frutos, él se sostenía en ese Jesús crucificado. Sostenía en alto la cruz que lo sostenía a él.

Tantas veces lo vimos aferrarse directamente a la cruz y no al soporte largo. Apoyar esa cruz sobre su cabeza o sostenerla como con un beso, pegada a sus labios.

Hasta que la cruz se blandió sobre él y el mismo crucificado hizo experimentar a Wojtyla parte del dolor por el sacrificio de amor por el hombre, desde adentro de su propio cuerpo oprimido dura y dolorosamente por el Párkinson.

Pero como espada de dos filos la misma cruz de Cristo le abrió la fuente del gozo del cielo, porque Juan Pablo II sostuvo hasta el final la cruz que lo sostuvo a él siempre.

REFLEXIONES EN FRONTERA
Jesuita Guillermo Ortiz

«¡No tengan miedo! ¡Abran las puertas a Cristo!»


El 22 de octubre de 1978, Juan Pablo II inauguraba su pontificado, escribiendo una nueva página, que engalanaba la historia de la Iglesia y de la humanidad, con su célebre exhortación, que desde la Plaza de San Pedro dio la vuelta al mundo: «¡No tengan miedo! ¡Abran - aún más - abran de par en par las puertas a Cristo!»

Y el 22 de octubre es la fiesta del Beato Juan Pablo II, como anunció Benedicto XVI, en la solemne celebración en la que beatificó al Papa Karol Josef Wojtyla, el 1 de mayo de 2011, que coincidía con el Domingo de la Divina Misericordia. Solemnidad establecida en el Año 2000 por el mismo, Juan Pablo II, que luego cerró sus ojos a este mundo en las vísperas de la misma, en 2005. La misma solemnidad elegida por el Papa Francisco, para canonizarlo junto con Juan XXIII, el 27 de abril de 2014, que será precisamente el Domingo dedicado a la Divina Misericordia.

El 22 de octubre de 1978 es la fecha en que el Papa polaco dio comienzo a su ministerio petrino como 263 sucesor del Apóstol Pedro. Es el día en que, como nuevo Obispo de Roma, pronunció su célebre exhortación a no tener miedo de acoger a Cristo y de aceptar su dulce potestad, «potestad que no habla con un lenguaje de fuerza, sino que se expresa en la caridad y en la verdad». Lo hizo después de rogar la ayuda del Señor, con el anhelo de ser siervo de sus siervos. Y la ayuda del Pueblo de Dios al Papa y a los servidores de Cristo para servir al hombre y a toda la humanidad:
«El nuevo Sucesor de Pedro en la Sede de Roma eleva hoy una oración fervorosa, humilde y confiada: ¡Oh Cristo! ¡Haz que yo me convierta en servidor, y lo sea, de tu única potestad! ¡Servidor de tu dulce potestad! ¡Servidor de tu potestad que no conoce ocaso! ¡Haz que yo sea un siervo! Más aún, siervo de tus siervos.
¡Hermanos y hermanas! ¡No tengan miedo de acoger a Cristo y de aceptar su potestad!
¡Ayuden al Papa y a todos los que quieren servir a Cristo y, con la potestad de Cristo, servir al hombre y a la humanidad entera!
¡No tengan miedo! ¡Abran - aún más - abran de par en par las puertas a Cristo!
Abran a su potestad salvadora los confines de los Estados, los sistemas económicos y los políticos, los extensos campos de la cultura, de la civilización y del desarrollo. ¡No tengan miedo! Cristo conoce «lo que hay dentro del hombre». ¡Sólo El lo conoce!
Con frecuencia el hombre actual no sabe lo que lleva dentro, en lo profundo de su ánimo, de su corazón. Muchas veces se siente inseguro sobre el sentido de su vida en este mundo. Se siente invadido por la duda que se transforma en desesperación. Permitan, pues, — se lo ruego, lo imploro con humildad y con confianza— permitan que Cristo hable al hombre. ¡Sólo El tiene palabras de vida, sí, de vida eterna!»
Y ese día pidió que se rezara por su ministerio petrino, al servicio de la Iglesia y de la humanidad. Lo hizo en varios idiomas, también en español, destacando el gran número de fieles de habla hispana en el mundo e invitando a cultivar la entrañable devoción a la Madre de Dios y Madre nuestra:

«Mi pensamiento se dirige ahora hacia el mundo de lengua española, una porción tan considerable de la Iglesia de Cristo.
A vosotros, hermanos e hijos queridos, llegue en este momento solemne el afectuoso saludo del nuevo Papa.
Unidos por los vínculos de una común fe católica, sed fieles a vuestra tradición cristiana, hecha vida en un clima cada vez más justo y solidario, mantened vuestra conocida cercanía al Vicario de Cristo y cultivad intensamente la devoción a nuestra Madre, María Santísima».

«¡Que el Señor esté con todos con su gracia y su misericordioso amor hacia la humanidad!» Juan Pablo II culminaba su primera homilía como Sucesor de Pedro dirigiéndose a todos los hombres y reiterando su exhortación a rezar por el Papa:
«Y me dirijo una vez más a todos los hombres, a cada uno de los hombres - ¡y con qué veneración el apóstol de Cristo debe pronunciar esta palabra: hombre! - ¡Recen por mí! ¡Ayúdenme para que pueda servirlos! Amén».
Como recordó el Papa Francisco, el pasado miércoles en su audiencia general, este año se cumple el 35 aniversario de la elección de Karol Josef Wojtyla como sucesor del Apóstol Pedro:
«Encomiendo a todos los que están presentes aquí y a sus seres queridos a la celestial intercesión del Beato Juan Pablo II, en el trigésimo quinto aniversario de su elección a la Cátedra de Pedro y los bendigo de corazón ¡Alabado sea Jesucristo!» Su pontificado ha sido uno de los más largos de la historia de la Iglesia y ha durado casi 27 años. Amplió notablemente el Colegio cardenalicio, creando 231 cardenales - más uno "in pectore", cuyo nombre no se hizo público antes de su muerte - en 9 consistorios. Uno de los cardenales creados por Juan Pablo II fue Jorge Mario Bergoglio – hoy Papa Francisco - como anunció en el Ángelus del 21 de enero de 2001, con el nombre de otros 32 purpurados.

Y el 21 de febrero de 2001, víspera de la solemnidad de la Cátedra de Pedro pronunció la solemne fórmula en latín:

Cuatro años después, el Cardenal Jorge Mario Bergoglio, Arzobispo de Buenos Aires y Primado de la Iglesia Argentina, celebraba la Santa Misa en memoria de Juan Pablo II, destacando la coherencia obediencial y trascendental de su corazón a la voluntad de Dios.

«Recordamos a un hombre coherente que una vez nos dijo que este siglo no necesita de maestros, necesita de testigos, y el coherente es un testigo. Un hombre que pone su carne en el asador y avala con su carne y con su vida entera, con su transparencia, aquello que predica», decía el Card. Bergoglio, de Juan Pablo II y añadía «este coherente que por pura coherencia se embarró las manos, nos salvó de una masacre fraticida; este coherente que gozaba tomando a los chicos en brazos porque creía en la ternura. Este coherente que más de una vez hizo traer a los hombres de la calle, para hablarles y darles una nueva condición de vida. Este coherente que cuando se sintió bien de salud pidió permiso para ir a la cárcel a hablar con el hombre que había intentado matarlo».

Es un testigo, dijo el Card. Bergoglio y terminó su homilía repitiendo las palabras: «Lo que necesita este siglo no son maestros son testigos». Y en la encarnación del Verbo, Cristo es el testigo fiel. Hoy vemos en Juan Pablo una imitación de este testigo fiel – reiteró, para añadir textualmente: «Y agradecemos que Juan Pablo haya terminado su vida así, coherentemente, que haya terminado su vida siendo simplemente eso: un testigo fiel».

Juan Pablo II ejerció su ministerio petrino con incansable espíritu misionero, dedicando todas sus energías, movido por la "sollicitudo omnium Ecclesiarum" y por la caridad abierta a toda la humanidad. Realizó 104 viajes apostólicos fuera de Italia, y 146 por el interior de este país. El 22 de octubre de 1978 coincidía con la Jornada Misionera Mundial, es decir, la Jornada en que toda la Iglesia «ora, medita, trabaja para que las palabras de vida de Cristo lleguen a todos los hombres y sean escuchadas como mensaje de esperanza, de salvación, de liberación total» como dijo él mismo inaugurando su Pontificado.

Su amor a los jóvenes le impulsó a iniciar en 1985 las Jornadas Mundiales de la Juventud. En las 19 ediciones de la JMJ celebradas a lo largo de su pontificado se reunieron millones de jóvenes de todo el mundo. Además, su atención hacia la familia se puso de manifiesto con los encuentros mundiales de las familias, inaugurados por él en 1994.

Juan Pablo II promovió el diálogo con los judíos y con los representantes de las demás religiones, convocándolos en varias ocasiones a encuentros de oración por la paz, especialmente en Asís.

Bajo su guía, la Iglesia cruzó el umbral del tercer milenio y celebró el Gran Jubileo del año 2000, según las líneas indicadas por él en la carta apostólica Tertio millennio adveniente; y se asomó después a la nueva época, recibiendo sus indicaciones en la carta apostólica Novo millennio ineunte, en la que mostraba a los fieles el camino del tiempo futuro.

Con el Año de la Redención, el Año Mariano y el Año de la Eucaristía, promovió la renovación espiritual de la Iglesia Realizó numerosas canonizaciones y beatificaciones para mostrar innumerables ejemplos de santidad de hoy, que sirvieran de estímulo a los hombres de nuestro tiempo: celebró 147 ceremonias de beatificación -en las que proclamó 1338 beatos- y 51 canonizaciones, con un total de 482 santos. Proclamó a santa Teresa del Niño Jesús Doctora de la Iglesia.

Juan Pablo II falleció el 2 de abril de 2005, a las 21.37, mientras concluía el sábado, y ya habíamos entrado en la octava de Pascua y domingo de la Misericordia Divina.

Desde aquella noche hasta el 8 de abril, día en que se celebraron las exequias del difunto pontífice, más de tres millones de peregrinos rindieron homenaje a Juan Pablo II, haciendo incluso 24 horas de cola para poder acceder a la basílica de San Pedro.

El 28 de abril, el Santo Padre Benedicto XVI dispensó del tiempo de cinco años de espera tras la muerte para iniciar la causa de beatificación y canonización de Juan Pablo II. La causa la abrió oficialmente el cardenal Camillo Ruini, vicario general para la diócesis de Roma, el 28 de junio de 2005.