sábado, 19 de octubre de 2013

Sor Antonia dejó Beverly Hills, dos divorcios y 7 hijos para ser el ángel de la prisión de Tijuana

nunca hizo falta esa protección, porque incluso cuando tuvieron lugar en el centro incidentes y motines (en 2008 hubo doce muertos), ella siempre fue respetada.

En sus últimos años, aquejada por problemas cardiacos y una enfermedad neuromuscular, dejó la celda y pasó a vivir en la enfermería del convento de su congregación, aunque visitaba La Mesta con frecuencia y continuaba con sus gestiones en favor de los reclusos.
Aunque rechazaba los delitos, se compadecía de los delincuentes y aplacaba su violencia: "En cuanto entra una mujer con velo blanco, saben que hay alguien que les ama, y entonces se hace el silencio, llegan las explicaciones y las peleas se acaban", declaró a Associated Press en 2005.

La Madre Antonia también ayudaba a los funcionarios de prisiones, y fundó una asociación de apoyo económico a ellos y a sus familias a raíz del asesinato de un policía en 1997, quedando los suyos en situación muy complicada. Nadie en el ámbito carcelario quedó sin recibir su apoyo y el de sus religiosas.

Y, como centro de su vida, la oración: "Siempre paso los viacrucis pensando en mis hijos [los presos] y estoy feliz. ¿Qué hora es la mejor hora del día? La hora de la misa", declaró en una entrevista.

Reconocimiento diocesano
Quienes en los años setenta eran obispos de Tijuana, Juan Jesús Posadas, y San Diego, Leo Maher, viendo la eficaz labor de Sor Antonia, decidieron apoyarla, y monseñor Posadas la asimiló a la orden mercedaria, consagrada a los presos, para que pudiese ser religiosa.
 Luego fundó en 1998 las Siervas Eudistas de la Undécima Hora. Eudistas, por su espiritualidad basada en San Juan Eudes (1601-1680), y de la Undécima Hora, en alusión a la parábola evangélica de las últimas llamadas, pues la congregación, por la naturaleza específica de su misión, sólo admite mujeres en edad madura. En 2003 obtuvo el reconocimiento canónico del obispo de Tijuana, Rafael Romo.

La muerte de Madre Antonia ha conmocionado a los presos y funcionarios de La Mesa, pero su recuerdo no se apagará. Desde 2007, una calle adyacente a la prisión lleva su nombre y servirá para recordar su mensaje. "¿Quieres una vida interesante?", decía: "¿Quieres una vida con ganas, con entusiasmo, con gozo, con comprensión? Reza al Espíritu Santo todos los días, pero además busca a quien tú puedas servir”.

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