lunes, 17 de marzo de 2014

Domingo de San Gregorio Palamas - 2°de Gran Cuaresma - Rito Bizantino 2014


En este santo 2° Domingo de Cuaresma conmemoramos a San Gregorio Palamas. Un hombre que defendió la vida interior en público. Es una persona que participó en las polémicas en torno a la invocación del Nombre de Jesús. Y ustedes saben bien que la invocación del Nombre de Jesús es la principal manera de oración en nuestra vida cotidiana. Toda vida santa, toda gracia, toda santificación, toda divinización brota de la Divina Liturgia, pero ese fuego que nos llevamos en nuestro corazón lo mantenemos vivo por medio de la invocación del Nombre de Jesús " Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador", constantemente. San Gregorio justamente, participó en las disputas sobre los efectos y sobre la clase de efectos que produce esta invocación....San Gregorio defendió esta interioridad, esta efectividad, esta realidad de que Dios hecho hombre, NSJC nos santifica, nos transforma en su morada, nos diviniza, es una transformación real, podríamos decir física, desde lo espiritual pero en lo físico. Esto es una afirmación congruente con la del domingo pasado, el Domingo de la Ortodoxia, ahí afirmamos mediante la veneración de los iconos que verdaderamente Dios se hizo hombre.
Y hoy las lecturas señalan que tenemos un Sumo Sacerdote frente al Padre que es Nuestro Señor Jesucristo. Sumo Sacerdote es aquel que en el Antiguo Testamento, hasta la destrucción del Templo de Jerusalén, en nombre del todo el pueblo ofrecía sacrificios para la purificación de los pecados. Este Sumo Sacerdote cumplía puntillosamente determinados prescripciones, determinados rituales que estaban determinados dentro del ritual judío. Y esas prescripciones tienen un significado espiritual, que nosotros las comprendemos plenamente cuando miramos a Cristo. El Sumo Sacerdote hacia sacrificios todos los días, pero había uno que se hacía en Pascua, en el cual el Sumo Sacerdote entraba a una parte del templo que era el Santo de los Santos, al cual solamente podía entrar él y una vez al año para la celebración de la Pascua. Él entraba con la víctima ofrecida por el sacrificio y lo ofrecía a Dios, para que lo aceptara por los pecados que el pueblo había cometido ese año. Cuando el Sumo Sacerdote salía del santuario, el sacrificio había concluído, se había terminado este perdón de los pecados para comenzar un año nuevo de la espera de la gracia de Dios.
Jesucristo, hizo por Pascua el sacrificio de sí mismo en la Cruz. Y fue al Padre y entró al Santo de los Santos, entró al lugar más recóndito de Dios y se presentó él mismo como expiación por nuestros pecados. De manera que mientras nuestro Sumo Sacerdote, permanezca frente al Padre, mientras Jesucristo esté frente al Padre y todavía no retorne, la expiación por los pecados, la purificación de nuestros pecados, sigue siendo efectiva. Nuestro Sumo Sacerdote penetró ya no en un santuario hecho por manos de hombre, sino en el Santurario del Padre Celestial. Eso es lo que hacemos aquí. Se hace presente en la Divina Liturgia, lo que sucede en el Cielo. Jesucristo en el Santo de los Santos, delante del Padre, está ofrenciendo su sangre por nuestros pecados, y nosotros la recibimos por medio de la fe y el arrepentimiento. Eso es la Iglesia. Es el área de la humanidad iluminada por la luz de Cristo, que intercede delante del Padre, hasta su retorno, ya que el sacrificio se dará por concluído cuando Cristo vuelva glorioso. Ahí nuestro Sumo Sacerdote saldrá del Santo de los Santos, y terminará este regalo, esta economía como se dice en teología, esta dispensación que es el perdón de los pecados por medio de su sacrificio en la Cruz. Terminará este tiempo que nosotros conocemos. Lo esperamos gozosos, lo esperamos ansiosos al Señor que regrese. Sabemos que él es nuestro Sumo Sacerdote, es Dios hecho hombre, es Dios Hijo. Y también nos acogemos en esta Cuaresma a su perdón, arrepentidos por lo que nosotros hemos cometido, por aquello que no hemos hecho también. Por aquellas cosas en las cuales privados a causa de nuestra ignorancia, a causa de nuestra torpeza, dejamos pasar a Dios por delante nuestro. No lo recibimos en nuestro corazón. No dejamos que atraviese nuestro corazón, como el tiene atravezado su corazón para llegar al hermano, para ser transmisor, para ser enviado de la verdad, de la gracia y de la justicia, que no procede de nosotros sino del mismo Dios. Por eso hemos de prevenirnos de hacernos una imagen de Cristo, antes que adorarlo a Cristo (continúa, ver video...)

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