lunes, 8 de diciembre de 2014

El Papa celebra la Inmaculada Concepción en la Plaza de España de Roma


(RV).- El Papa Francisco rezó el Ángelus con varios miles de fieles y peregrinos de numerosos países que se dieron cita en la Plaza de San Pedro en la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Tras afirmar que todo es gracia, todo es don gratuito de Dios y de su amor por nosotros – dijo – el Obispo de Roma recordó que el Ángel Gabriel llama a María «llena de gracia» porque en ella no hay espacio para el pecado, puesto que Dios la ha elegido desde siempre como madre de Jesús preservándola de la culpa original.
También destacó que la Virgen corresponde a la gracia y se abandona a ella a la vez que también a nosotros se nos pide que escuchemos a Dios que nos habla y que acojamos su voluntad porque según la lógica evangélica ¡nada es más activo y fecundo que escuchar y acoger la Palabra del Señor!
El Papa Bergoglio recordó que la actitud de María de Nazaret nos muestra que es necesario dejar hacer a Dios para ser verdaderamente como Él nos quiere. De ahí que María es receptiva y no pasiva, dado que después de recibir la potencia del Espíritu Santo dona carne y sangre al Hijo de Dios que se forma en Ella en el plano físico, mientras en el plano espiritual, acoge la gracia y corresponde a ella con la fe.
Francisco también afirmó que así como Santa Isabel saluda a María como «bendita entre las mujeres», del mismo modo también nosotros hemos sido siempre «bendecidos», es decir amados y, por tanto, «elegidos antes de la creación del mundo para ser santos e inmaculados». Y si María ha sido preservada, nosotros hemos sido salvados gracias al Bautismo y a la fe. Pero todos – tanto ella como nosotros – por medio de Cristo hemos sido colmados en plenitud.
Al concluir su meditación el Santo Padre dijo que frente al amor, a la misericordia, a la gracia divina derramada en nuestros corazones, la consecuencia que se impone es una sola: la gratuidad. Por esta razón, así como hemos recibido gratuitamente, del mismo modo gratuitamente estamos llamados a dar; a imitación de María, que, inmediatamente después de haber acogido el anuncio del Ángel, va a compartir el don de la fecundidad con su pariente Isabel.
Y al preguntarse de qué modo todo debe ser devuelto, dado que todo nos ha sido donado, el Papa respondió: «Dejando que el Espíritu Santo haga de nosotros un don para los demás; que nos permita llegar a ser instrumentos de acogida, de reconciliación y de perdón» gracias a la transformación que realiza en nuestra existencia la gracia del Señor. De ahí que no podremos retener para nosotros la luz que viene de su rostro, sino que la dejaremos pasar para que ilumine a los demás.

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