lunes, 1 de diciembre de 2014

La promesa de Ema Sedusi

“Si uno tiene fe pero no hace caridad, a la fe te la llevás al cementerio”, dice Ema Sedusi. Fotos: Sebastián Cortés-La Nueva.
Por Maximiliano Palou / mpalou@lanueva.com
--¿Por qué viene todos los días a la iglesia?
--Cuando mi hijo tenía 25 años le detectaron un tumor. Abracé a ese Cristo que estaba en la iglesia y le pedí: “Por favor no me lo quites ahora”.
Cristo no se lo quitó y ella a cambio le dijo: “Voy a estar con vos hasta el último día de mi vida. Y voy a venir todos los días”.
Eso es lo que cumple Ema Sedusi, a los 86 años, en Nuestra Señora del Rosario de Pompeya. Arregla los floreros, pasa la escoba, riega el piso de cemento... Hace todo lo que haga falta a la iglesia de Teniente Farías 731.
Su historia con la iglesia lindante al Colegio Nuestra Señora del Rosario de Pompeya había nacido mucho antes: hace más de 63 años.
Ema llegó a la Argentina acompañada por su esposo el 28 de mayo de 1951. Desde su inocencia cuenta la primera historia que vivió en nuestro país.
--Bajamos del barco y nos recibieron mi tío y mi tía. Hacía mucho frío y mi tía nos decía que nos fuéramos, pero yo les decía que esperáramos. Mi esposo tenía la cintura llena de relojes que le había puesto un mozo del barco y no me quería ir sin dárselos. El mozo no bajaba, no bajaba... entonces yo demoraba a mi tía. Hasta que bajó y agarró los relojes. Pobre, se iba a quedar sin esos relojes. Para qué quería yo tantos, si ya tenía uno.
En ningún momento sospechó de que el mozo hacía su negocio y había usado a su esposo.
Al llegar a Bahía, 3 días después, se instaló en el barrio San Martín: en Teniente Farías al 900.
--Mi marido empezó a trabajar en una fábrica textil. Con lo que cobraba nos alcanzaba para mantenernos y comprar materiales para hacernos la casa. Eso sí, no comprábamos nada fiado..
La casa se hizo. Y después vino el hijo: Claudio Raúl, al que adoptaron con Gino hace 50 años.
--Le agradecí tanto a Dios por ese hijo... --cuenta Ema.Pero Claudio llegó a los 25 con un tumor.
--El médico nos llamó a todos: a mí, a mi marido, a mi nuera. Cuando salíamos del consultorio me dijo: “Recé para que todo vaya mejor”.
Ema le contó la historia a ese Cristo que tantas veces había visto en Pompeya.
--Cuando salí de ahí sentí un frío, se lo dije al cura y me respondió: “Te entró el Espíritu Santo”.
Después operaron a Claudio. Y todo salió bien.
--Miré al Cielo, abrí los brazos y le dije a Dios: “Gracias por habérmelo salvado”. Fue un milagro.
A Ema todos le dicen Giana (con la g pronunciada como nuestra y). “Siempre fui Giana en mi casa. ¿Sabés cuándo me enteré de que me llamaba Ema? A los 15 años cuando fui a hacer mi documento”.
Ema va y viene por el tiempo. Vuelve a San Antonio de Padua. A los 8 años planchaba ropa en un negocio. Hizo 5 años de escuela.
--Con eso alcanzaba --dice. Durante la Segunda Guerra se arregló con 3 panes diarios. Las bombas la tuvieron con miedo durante 2 años.Por esos odia a los ingleses.
--Son piratas. Por eso les digo a los argentinos que no se crean que alguna vez les van a dar las Malvinas.
Pero en Italia también hubo buenos momentos. En un baile conoció a Gino, al que sigue amando y cuidando. El día de su 20º cumpleaños, el 16 de octubre de 1948, Gino le tenía una sorpresa.
--Trajo unas masas de confitería. Me insistía con que agarre una y yo comía las otras. Hasta que agarré la que él quería y adentro tenía un anillo. Nos casamos el 30 de diciembre de ese año.
Se acercan las 18.15. Ema debe dejar todo listo para la misa de las 19.
--Lo primero que hago cuando llego es ir al sagrario a rezar y a agradecerle a Dios que tiene bien a mi familia.
--¿De dónde viene esa devoción?
--De mi madre, que también me enseñó que si uno tiene fe pero no hace caridad, la fe te la llevás al cementerio. Si uno tiene un pan le tiene que dar la mitad a quien se lo pida. Siempre me decía: “Lo que vos das por la puerta, Dios te lo hace entrar por la ventana”.
El día de Ema termina a las 11 de la noche. Y con Dios.
--Empiezo con Él cuando le digo “gracias por hacerme levantar” y termino con Él cuando le digo “gracias por hacerme acostar”.

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