martes, 13 de octubre de 2015

El Papa canonizará a la beata española María de la Purísima de la Cruz

(RV).- El domingo 18 de octubre será canonizada en el Vaticano la beata española Madre María de la Purísima de la Cruz, superiora general de la Congregación de las Hermanas de la Compañía de la Cruz, quien dedicó su vida a atender a los pobres, los enfermos y a los más necesitados. Es la segunda religiosa de esta congregación en subir a los altares, junto con la fundadora Sor Ángela de la Cruz.
Un gran número de fieles de España y de Andalucía peregrinan a Roma acompañados por el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo y numerosas religiosas de la compañía y sacerdotes, quienes participarán en la canonización que llevará a cabo el Papa Francisco a las 10.00 de la mañana del próximo domingo y donde también serán proclamados santos Luis y Celia Martin, padres de Santa Teresita del Niño Jesús y el sacerdote diocesano Vincenzo Grossi, fundador del Instituto de las Hijas del Oratorio.
La jornada anterior a las canonizaciones, es decir el próximo sábado, se celebrará la Misa del Peregrino en la Parroquia de las Hermanas de la Compañía de la Cruz en Roma ‘Chiesa Nuova’, Via del Governo Vecchio, a las 18.30 horas. Y el lunes 19 de octubre, tendrá lugar la Misa Solemne en acción de gracias por la canonización de la santa madrileña en la Basílica de Santa María la Mayor de Roma a las 16.00 horas.
María Isabel Salvat Romero, nombre con el que fue bautizada, nació en Madrid el 20 de Febrero de 1926. Perteneciente a una familia acomodada de la capital española, la nueva santa tomó los votos en 1952 y antes de llegar a Sevilla pasó por los conventos de Estepa y Villanueva del Río y Minas.
Fiel seguidora de Santa Ángela y observadora intachable de las reglas del Instituto, mantuvo intacto el carisma fundacional. Fue elegida Madre general de la Compañía de la Cruz el 11 de Febrero de 1977, pero antes fue maestra de novicias y consejera generalicia. Austera y pobre para sí misma -«De lo poco, poco», solía decir- hacía vivir a las hermanas el espíritu del Instituto en la fidelidad a las casas pequeñas y se entregó a todos los que la necesitaban, especialmente a las niñas de los internados. También atendía con verdadero cariño a ancianas enfermas, las lavaba y les hacía la comida.
Falleció el día 31 de octubre de 1998, en 2009 fue declarada venerable y en septiembre de 2010 fue beatificada en una multitudinaria ceremonia en el estadio de la Cartuja de Sevilla. La Santa Sede le ha reconocido dos milagros: la curación de una niña con una cardiopatía congénita y de un «armao» de la Macarena que despertó después de 12 días en coma.
Madre María de la Purísima de la Cruz, (María Isabel Salvat Romero) nació en Madrid el 20 de Febrero de 1926 en la calle Claudio Coello nº 25, en el seno de una distinguida familia de alto nivel social. Fué bautizada en la Parroquia de la Concepción, en la calle Goya de Madrid. El día 8 de diciembre de 1944, cuando contaba 18 años, ingresó en la Compañía de la Cruz. Tomó los hábitos en 1945, profesó temporalmente en 1947 e hizo los votos perpetuos en 1952. Culta y distinguida hablaba tres idiomas, francés, inglés e italiano y debido a su piedad, no extrañó a la familia su decisión de ser hermana de la Cruz.

Fiel seguidora de Santa Ángela y observadora intachable de las reglas del Instituto, mantuvo intacto el carisma fundacional. Fue elegida Madre general de la Compañía de la Cruz el 11 de Febrero de 1977, pero antes fue superiora de las casas de Estepa y Villanueva del Río y Minas, maestra de novicias y consejera generalicia.

Austera y pobre para sí misma -«De lo poco, poco», solía decir- hacía vivir a las hermanas el espíritu del Instituto en la fidelidad a las casas pequeñas y se entregó a todos los que la necesitaban, especialmente a las niñas de los internados. También los pobres y enfermos ocupaban un lugar privilegiado en su corazón. Así atendía con verdadero cariño a las ancianas enfermas de las «cuevas» de Villanueva del Río y Minas, cuando estuvo allí de superiora. Diariamente por la mañana iba hasta las «cuevas» para atenderlas: las lavaba, les hacía la comida, les lavaba la ropa. Y siempre se reservaba los trabajos más duros y penosos.

Gobernó la Compañía con incansable celo y gigante espíritu de Hermana de la Cruz. Su ideal fué hacer vida el carisma de la Santa Madre Fundadora y con su vida sencilla, humilde y llena de fe, supo dar ejemplo. Fue fiel seguidora de su obra, y ha dejado en el corazón de todas sus hijas deseos ardientes de imitar su amor a Dios y a su Santo Instituto. Falleció el día 31 de octubre de 1998.

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