domingo, 31 de enero de 2016

Paquita y Tomás: caminar juntos

Fieles al espíritu del Opus Dei, transmitieron a sus hijos y a otras muchas personas un ejemplo de vida cristiana. Con palabras de San Josemaría Escrivá de Balaguer, hicieron de su casa “un hogar luminoso y alegre”
Opus Dei - Paquita y Tomás: caminar juntosPaquita Domínguez y Tomás Álvira
Tomás Alvira Alvira nació en Villanueva de Gállego (Zaragoza) el 17 de enero de 1906 y falleció en Madrid el 7 de mayo de 1992. Doctor en Ciencias Químicas, Investigador del CSIC y Catedrático de Instituto en Ciencias Naturales.
Paquita Domínguez Susín nació en Borau (Huesca) el 1 de abril de 1912 y falleció en Madrid el 29 de agosto de 1994. Era Maestra. Se casaron en Zaragoza el 16 de junio de 1939. Tuvieron nueve hijos, de los que el primero, José María, falleció a la edad de cinco años. La familia se trasladó a Madrid en noviembre de 1941, al incorporaras Tomás a su plaza de catedrático en el Instituto Ramiro de Maeztu.
Fueron ambos Supernumerarios del Opus Dei: Tomás desde el 15 de febrero de 1947 y Paquita desde el 1 de febrero de 1952. Fieles al espíritu del Opus Dei, transmitieron a sus hijos y a otras muchas personas un ejemplo de vida cristiana. Con palabras de San Josemaría Escrivá de Balaguer, hicieron de su casa “un hogar luminoso y alegre".
Se santificaron en el ejercicio heroico y perseverante de las virtudes cristianas. La Santa Misa constituía el centro y la raíz de su vida interior. Ayudados por la gracia divina y procurando mantenerse en presencia de Dios, supieron llenar de contenido sobrenatural sus quehaceres ordinarios, familiares, profesionales y sociales.
Ambos padecieron dolorosas enfermedades, que llevaron con gran sentido sobrenatural: Tomás falleció a raíz de un proceso canceroso y Paquita entregó su alma a Dios tras una enfermedad cerebral.

“El único privilegio a los ojos de Dios es aquel de no tener privilegios”

(RV).- Como cada domingo el Papa Francisco rezó la oración del Ángelus ante miles de fieles a quienes dio diversos mensajes en un ambiente de júblio amenizado por las canciones y pancartas del gran grupo de la Acción Católica de la Diócesis de Roma“Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”. Citando el Evangelio del Lucas, el Obispo de Roma precisó que el “hoy”, proclamado por Cristo aquel día en la sinagoga de Nazaret, vale para cada tiempo. “Resuena también para nosotros en esta plaza, recordándonos la actualidad y la necesidad de la salvación traída por Jesús a la humanidad. Dios viene al encuentro de los hombres y las mujeres de todos los tiempos y lugares en las situaciones concretas en cuales estos estén.  También viene  a nuestro encuentro”, observó el Papa. “Es siempre Él quien da el primer paso: viene a visitarnos con su misericordia, a levantarnos del polvo de nuestros pecados; viene a extendernos la mano para hacernos alzar del abismo en el que nos ha hecho caer nuestro orgullo, y nos invita a acoger la consolante verdad del Evangelio y a caminar por los caminos del bien”.
El Santo Padre subrayó que el relato del evangelista Lucas saca a la luz una tentación a la cual el hombre religioso está siempre expuesto, y de la cual es necesario tomar decididamente las distancias: “la tentación de considerar la religión como una inversión humana y, en consecuencia, ponerse a ‘negociar’ con Dios buscando el propio interés”. Se trata, enfatizó Francisco, de acoger la revelación de un Dios que es Padre y  que se preocupa de cada una de sus criaturas, también de aquella más pequeña e insignificante a los  ojos de los hombres”. “Precisamente en esto consiste el ministero profético de Jesús: en el anunciar que ninguna condición humana puede constituir motivo de exclusión del corazón del Padre, y que el único privilegio a los ojos de Dios es aquel de no tener privilegios, de abandonarse en sus manos”.
¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
El relato evangélico de hoy nos conduce nuevamente, como el pasado domingo, a la sinagoga de Nazaret, el pueblo de Galilea donde Jesús creció en familia y es conocido por todos. Él, que hacía poco tiempo se había marchado para iniciar su vida pública, regresa ahora por primera vez y se presenta a la comunidad, reunida el sábado en la sinagoga. Lee el pasaje del profeta Isaías que habla del futuro Mesías y al final declara: «Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír» (Lc 4,21). Los conciudadanos de Jesús, primero sorprendidos y admirados, comienzan luego a poner cara larga y a murmurar entre ellos y a decir: ¿Por qué éste, que pretende ser el Consagrado del Señor, no repite aquí, en su pueblo, los prodigios que se dice haya cumplido en Cafarnaúm y en los pueblos cercanos? Entonces Jesús afirma: «Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra» (v. 24), y cita a los grandes profetas del pasado Elías y Eliseo, que obraron milagros en favor de los paganos para denunciar la incredulidad de su pueblo. A este punto los presentes se sienten ofendidos, se levantan indignados, echan a Jesús fuera del pueblo y quisieran arrojarlo por el precipicio. Pero Él, con la fuerza de su paz, «pasando en medio de ellos, se pone en camino» (v. 30). Su hora aún no ha llegado.
Este relato del evangelista Lucas no es simplemente la historia de una pelea entre paisanos, como a veces pasa en nuestros barrios, suscitada por envidias y celos, sino que saca a la luz una tentación a la cual el hombre religioso está siempre expuesto, -todos nosotros estamos expuestos- y de la cual es necesario tomar decididamente las distancias. ¿Y cual es esta tentación? Es la tentación de considerar la religión como una inversión humana y, en consecuencia, ponerse a “negociar” con Dios buscando el propio interés. En cambio en la verdadera religión se trata de acoger la revelación de un Dios que es Padre y  que se preocupa de cada una de sus criaturas, también de aquellas más pequeñas e insignificantes a los  ojos de los hombres. Precisamente en esto consiste el ministero profético de Jesús: en anunciar que ninguna condición humana pueda constituir motivo de exclusión -¡ninguna condición humana puede ser motivo de exclusión!- del corazón del Padre, y que el único privilegio a los ojos de Dios es aquel de no tener privilegios. El único privilegio a los ojos de Dios es aquel de no tener privilegios, de no tener padrinos, de abandonarse en sus manos.
«Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír» (Lc 4, 21). El“hoy”, proclamado por Cristo aquel día, vale para cada tiempo; resuena también para nosotros en esta plaza, recordándonos la actualidad y la necesidad de la salvación traída por Jesús a la humanidad. Dios viene al encuentro de los hombres y las mujeres de todos los tiempos y lugares en las situaciones concretas en las cuales estos estén. También viene a nuestro encuentro. Es siempre Él quien da el primer paso: viene a visitarnos con su misericordia, a levantarnos del polvo de nuestros pecados; viene a extendernos la mano para hacernos alzar del abismo en el que nos ha hecho caer nuestro orgullo, y nos invita a acoger la consolante verdad del Evangelio y a caminar por los caminos del bien. Siempre viene Él a encontrarnos, a buscarnos. Volvamos a la sinagoga...
Ciertamente aquel día, en la sinagoga de Nazaret, también estaba María allí, la Madre. Podemos imaginar los latidos de su corazón, una pequeña anticipación de aquello que sufrirá bajo la Cruz, viendo a Jesús, allí en la sinagoga, primero admirado, luego desafiado, después insultado, después amenazado de muerte. En su corazón, lleno de fe, ella guardaba cada cosa. Que ella nos ayude a convertirnos de un dios de los milagros al milagro de Dios, que es Jesucristo.

sábado, 30 de enero de 2016

Don Bosco

Por el amor de Dios: el cura de Villa Mitre que orienta el Papa

Por Ricardo Aure / haure@lanueva.com
“Ustedes no eligieron, fueron elegidos para un camino de cruz, de servicio al Señor...".
El cardenal Jorge Bergoglio alzó la voz y llevó sus ojos a los de esos 14 jóvenes que estaban en el umbral de su ordenación.
Eusebio Hernández nunca podrá olvidar ni la mirada ni aquellas palabras de quien ahora es el líder de 1.200 millones de católicos.
Hasta esa misa del 21 de noviembre de 2009, en el porteño microestadio de Argentinos Juniors, Eusebio había recorrido un largo camino con principio en su Bahía Blanca natal.
Peregrinando en otros caminos, el sacerdote se ha pasado los últimos días de 2015 y los primeros de 2016. En diciembre, realizó una convivencia con jóvenes de su parroquia en el Monasterio de las Clarisas, en Puan, su segunda casa
en estos pagos de la región. Muy pronto continuó su tarea misionera en el pueblo de El Hoyo, en la árida Santiago del Estero, misión que llevó a cabo junto a las hermanas Esclavas del Sagrado Corazón y 40 alumnos de su colegio situado en el barrio porteño de Belgrano.
De nuevo en Buenos Aires, se prepara para asumir, a pedido del cardenal Poli, su tarea como párroco de Nuestra Señora de Caacupé, en el barrio de Caballito.
Bergoglio, al consagrarlo, también le pidió que nunca se canse de ser misericordioso.
* * *
En septiembre del año pasado, Eusebio viajó a Roma con su madre, y en el Vaticano visitó por segunda vez al Papa. Su primera visita había sido en agosto de 2013, junto a 14 jóvenes, a quienes Francisco recibió en audiencia privada luego de la misa.
“Solía repetirme que no me olvide nunca de dónde venía, de quiénes eran mis padres, y que siempre agradezca con alegría la honesta sencillez de mi casa. Me decía: 'si tenés eso siempre presente, vas a ser un buen cura'".
El cura bahiense sostiene que el Papa propone una Iglesia llamada a ofrecer a todos su única riqueza verdadera: Jesús. “En Él todo hombre puede experimentar la misericordia que renueva y la paz de un amor que nos 'primerea' --como decía Bergoglio--, y la alegría de una esperanza que no defrauda".
Religión, rugby y política.
Eusebio Hernández Greco nació en un parto por cesárea el 20 de febrero de 1974, en el Hospital Español.
--¿Qué vas a ser cuando seas grande?
--Sacerdote –-contestaba muy convencido el pibe que crecía junto a Octavio y Augusto, sus dos hermanos, en la casa de la calle Parera, casi Sócrates. Al cumplir los 3 años, Rosita Greco, su mamá, lo consagró a la Virgen María Auxiliadora.
De la infancia entre familiares y amigos, Eusebio guarda sus mejores recuerdos de su tiempo en el barrio y como alumno del Colegio Don Bosco. Con varios de sus ex compañeros sigue en comunicación.
De su abuela, María Rosa Andols, una vital y lúcida chubuteña de 86 años, hija de catalanes, recibió el interés por la política. Ella lo llevaba al comité radical de Donado 354.
“Tenía 12 o 13 años y por entonces descubrí mi pasión por la política y el compromiso ciudadano. Pude conocer personas interesantes, entre los que recuerdo a Juan Carlos Cabirón, Jorge Paternesi, Jaime Linares y Carlos Lemos”.
Por motivos laborales de su papá, inspector de la Caja de Subsidios Familiares para Empleados de Comercio, la familia se trasladó temporalmente a Trelew, donde cursó los dos últimos años del secundario en el Colegio Padre Juan Muzzio.
De su padre, Antonio Hernández –fallecido hace dos años--, heredó el compromiso solidario y la pasión por el rugby. Jugó en el Club Argentino desde los 9 a los 15 años. Aunque poco futbolero, también lleva a Villa Mitre en su corazón.
Si bien en la adolescencia Eusebio dejó de repetir que iba a ser cura, sintió que tarde o temprano lo sería.
A los 21 años ingresó al Monasterio de San Benito, en Luján, donde por 7 años dice que bebió de la espiritualidad benedictina en el silencio, la oración y el trabajo.
Tiempo después, Bergoglio lo animó a que escuche siempre la música del primer llamado y que se disponga para lo que Dios vaya pidiendo.
La amiga gobernadora.
Corría 1992 cuando Eusebio se radicó en Buenos Aires para estudiar Ciencias Políticas en la Universidad Católica Argentina. Entre sus compañeras estaba la hoy gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal.
“Nos hicimos muy amigos. Esa relación permanece fiel en el tiempo y las distancias. Es una mujer con mucha sensibilidad social, de profunda y honesta espiritualidad. Evidencia una incansable capacidad de trabajo y compromiso. Tengo la total certeza de que la provincia está en manos de una persona tan eficiente como confiable y solidaria, que al finalizar cada día termina preguntándose, ante Dios y su conciencia, qué hizo por el prójimo”.
El 10 de diciembre del año pasado, Eusebio acompañó a su amiga a la jura como gobernadora. Tras la asunción y el discurso de María Eugenia Vidal, le ofrendó la bendición ante la presencia de sus familiares, amigos y colaboradores más íntimos.
Papa y el papá.
En 1994, Eusebio se apartó de Ciencias Políticas para ingresar al Seminario de Villa Devoto, desarrolló sus estudios de Filosofía y Teología en la Universidad Católica y en forma constante contó con la compañía y los consejos de Bergoglio, quien conoció a sus familiares en 1995, en oportunidad de la celebración de Corpus Christi.
“Surgió una amistad con mi papá, que se mantuvo por medio de visitas y varias cartas. El hoy Santo Padre lo ayudó mucho en el crecimiento de su fe. Cuando papá falleció, tuvimos sus condolencias”.
Para su ordenación, Eusebio eligió el lema "Sé en quién he puesto mi confianza". Desde entonces se desempeñó como vicario en la Basílica del Socorro y en la Parroquia San Benito, ambas de Buenos Aires.
"El deseo de buscar el rostro de Jesús, presente en el otro, es el marco de la entrega en lo cotidiano”, afirma, y, en este deseo Eusebio cree que la vida se vuelve servicio.
Rosita Greco
Los recuerdos de mamá
--Dale mamá, enseñame. Daleee.
Rosita Greco cuenta que a los 5 años Eusebio la perseguía para que le enseñase el "Ave María" en latín.
Rosita asegura que Eusebio, su hijo del medio, nunca dejó de ser un chico muy normal, con las travesuras propias de la edad, pero que desde el jardín infantes expresó especialmente su vocación religiosa.
“A los 3 años regalaba estampitas. Decía que la Virgen siempre ayudaba. También lo atraía el altar de María Auxiliadora. A ella le consagré mis hijos”.
Maestra del Colegio María Auxiliadora desde 1969 a 1988, donde llegó a cumplir pequeñas suplencias en la Dirección, Rosita comenta que Eusebio siempre transmitió fe y que por eso ya de chico muchos lo buscaban para pedirle consejos.“Solo puedo decir que siento un orgullo demasiado grande por quien tuvo el valor de entregarle su vida a Dios y de hacerlo todo por amor. Pero también tengo la fortuna de disfrutar de otros dos hermosos nietos”.
Entre las fotos familiares, los mates de Octavio y los comentarios de Rosita, la abuela María Rosa, que conoció en Chubut a la madre de Juan Domingo Perón, revive las tardes-noches en el comité de la Unión Cívica Radical.
“Con Eusebio participamos de lo que Raúl Alfonsín despertó en el radicalismo, al que me afilié a los 18 años. A él le gustaba mucho la política. Preguntaba, conversaba y escuchaba los discursos con atención. En el comité todos los conocían”.
María Rosa, que nunca dudó del destino de Eusebio, lo confirmó tras la comunión de Octavio, en el patio del Don Bosco donde, en el transcurso de la ceremonia y al ver al arzobispo, monseñor Jorge Mayer, le aseguró que él también sería sacerdote.
La entronización de la Virgen de Monserrat por parte de Eusebio hace dos años en el Casal Catalá de Bahía Blanca, es uno de los momentos que María Rosa jamás olvidará.
La abuela nació en 1930, en Facundo Chubut, que por entonces se llamaba Ensanche de la Colonia Sarmiento. Su padre llegó analfabeto, trabajó muy duro, aprendió a leer con los peones, tuvo una gran biblioteca y hasta pudo comprarse un campo en Río Mayo.
“El país le ofreció la oportunidad que no le dio España y papá, como buen catalán, la supo aprovechar”.
De la memoria de María Rosa brotan las más diversas historias, como las vinculadas con la madre de Juan Domingo Perón.
“A doña Juana Sosa, casada en segundas nupcias con Marcelino Canosa, la conocí en Comodoro Rivadavia. Esa mujer ayudó a todo el mundo. Cuando ella murió yo estaba en su casa, junto al esposo, que por teléfono le dio la noticia a Perón. En 1953, tras la muerte de Evita, la mujer de Perón, mi mamá la escribió y él le respondió". A esa carta María Rosa la conservó por años, hasta que se le perdió en una mudanza”.

viernes, 29 de enero de 2016

La visión de Fe y Vida

“Un modelo de creyente, de pastor, que se entregó totalmente a su Pueblo”

El Arzobispo de Córdoba monseñor Carlos Ñáñez hizo declaraciones esta mañana sobre el anuncio de la canonización del Cura Brochero, luego de conocerse la noticia de que el Papa Francisco firmó el decreto para su canonización.
Bodas de plata episcopales
El próximo domingo 24 de Enero Monseñor Carlos José Ñáñez celebrará sus bodas de plata episcopales, en declaraciones a Canal 10 de Córdoba expresó: “Celebrar estas bodas de plata es una oportunidad de renovarme en el empeño de corresponder al  don que Dios me ha hecho y renovarme en el deseo de servir a la Iglesia y a la comunidad en lo esté a mi alcance y en lo que buenamente pueda”.

Cierre de la Semana Brocheriana

 
26.01.16 Aniversario de la muerte de José Gabriel del Rosario Brochero (1914-2016). Imágenes del cierre de la Semana Brocheriana,  celebrada esta mañana a las 10 en el predio La Providencia en Villa Cura Brochero, diócesis de Cruz del Eje. Presidió la celebración Monseñor Mario Aurelio Poli Arzobispo de la Arquidiócesis de Buenos Aires, concelebraron Monseñor Carlos José Ñáñez Arzobispo de Córdoba, el Obispo de Cruz del Eje Monseñor Santiago Olivera, junto a obispos provenientes de la regiòn y del resto del país; sacerdotes que estaban participando de la semana brocheriana o viajaron para compartir este momento. La celebración contó con la presencia de Mauricio Macri presente de los Argentinos.

Pecadores sí, corruptos jamás

(RV).- Oremos a Dios para que la debilidad que nos induce a pecar jamás se transforme en corrupción. A este tema, tantas veces afrontado, el Papa Francisco dedicó su homilía de la misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta.
Refiriéndose a la historia bíblica de David y Betsabé, el Santo Padre Francisco subrayó que el demonio induce a los corruptos a no sentir, a diferencia de otros pecadores, la necesidad del perdón de Dios.
Se puede pecar de tantas maneras y por todo se puede pedir sinceramente perdón a Dios, sabiendo sin dudar que aquel perdón será obtenido. El problema nace con los corruptos. La cosa pésima de un corrupto – volvió a repetir el Papa Francisco – es que “un corrupto no tiene necesidad de pedir perdón”, porque le basta el poder sobre el que se basa su corrupción.
Dios no me sirve
Es el comportamiento que el rey David adopta cuando se enamora de Betsabé, esposa de un oficial suyo, Urías, que está combatiendo lejos. El Papa recorrió – citando incluso los pasos omitidos de la lectura para mantener su brevedad –la vicisitud narrada por la Biblia. Después de haber seducido a la mujer y de haber sabido que está embarazada, David arquitecta un plan para cubrir el adulterio. Llama del frente a Urías y le ofrece que vaya a su casa a descansar. Urías, hombre leal, no quiere ir a estar con su mujer mientras su hombres mueren en la batalla. Entonces, David lo intenta nuevamente, esta vez haciéndolo embriagar, pero ni siquiera esto funciona:
“Esto puso un poco en dificultad a David, quien se dijo: ‘Pero no, yo puedo lograrlo…’. Y escribió una carta, como hemos oído: ‘Pongan a Urías como capitán, en el frente de la batalla más dura, después déjenlo solo, para que sea herido y muera”. La condena a muerte. Este hombre, fiel – fiel a la ley, fiel a su pueblo, fiel a su rey – lleva consigo la condena a muerte”.
La “seguridad” de la corrupción
“David es santo, pero también pecador”. Cae en la lujuria y sin embargo – consideró Francisco – Dios lo “quería tanto”. Además, el Papa observó que “el grande, el noble David” así se siente seguro – “porque el reino era fuerte” – y después de haber cometido adulterio hace todo lo posible con tal de organizar la cuestión, incluso de manera mentirosa, hasta urdir y ordenar el asesinato de un hombre leal, haciéndolo pasar por una desgracia de guerra:
“Este es un momento en la vida de David que nos hace ver un momento por el cual todos nosotros podemos pasar en nuestra vida: es el paso del pecado a la corrupción. Aquí David inicia, da el primer paso hacia la corrupción. Tiene el poder, tiene la fuerza. Y por esto la corrupción es un pecado más fácil para todos nosotros que tenemos algún poder, ya sea poder eclesiástico, religioso, económico, político… Porque el diablo nos hace sentir seguros: ‘Yo lo logro’”.
“Pecadores sí, corruptos jamás”
La corrupción – de la que después por gracia de Dios David se rescatará – tiene el corazón mellado por aquel “muchacho valeroso” que había afrontado al filisteo con la honda y cinco piedras. El Santo Padre concluyó afirmando que deseaba subrayar sólo esto: “Hay un momento en que el hábito del pecado o un momento en que nuestra situación es tan segura y somos bien vistos y tenemos tanto poder” que el pecado deja “de ser pecado” y se convierte en “corrupción”. Y dijo que una de las peores cosas de la corrupción es que el corrupto no tiene necesidad de pedir perdón:
“Hagamos hoy una oración por la Iglesia, comenzando por nosotros, por el Papa, por los obispos, por los sacerdotes, por los consagrados, por los fieles laicos: ‘Pero, Señor, sálvanos, sálvanos de la corrupción. Pecadores sí, Señor, lo somos todos, ¡pero corruptos jamás!’. Pidamos esta gracia”.

jueves, 28 de enero de 2016

Dominique, 30 años curando a los sin techo

Dominique es un médico que desde hace 30 años atiende a personas sin hogar y sin papeles en las afueras de París. Todos los días, conversa un rato con Dios y así obtiene esperanza.

¡Hola! Ya hemos llegado a albergue de Thun donde voy a atender a los huéspedes.
- Buenos días, señor.
- Buenos días, Nicky; buenos días, Gilbert.
Estamos en el albergue que lleva adelante la Cruz Roja y en el que intervengo. Está abierto 7 días por semana, 24 horas al día. Alberga a 27 hombres.
¡Hola, Tenshin! Espera, voy a cerrar la puerta.
Tenshin es del Tibet. Llegó a Francia hace un tiempo… y tiene problemas de salud: en concreto, una tuberculosis que le diagnosticaron en el hospital de Nantes.
- ¿Parece que toses menos, verdad?
Hace 30 años, apenas llegué como médico a Melan, estos pacientes sin domicilio supusieron un desafío para mí. Comprendí que la gente sin domicilio carecía de cuidados. Este primer albergue se abrió en 1986.
- ¡Esto va mucho mejor! ¡«Good!»
ENTRO EN ESTA IGLESIA Y DEJO A LOS PIES DE CRISTO Y DE LA VIRGEN TODO LO QUE ME PREOCUPA, LAS CONVERSACIONES DE ESE DÍA QUE LLEVO DENTRO, Y REZO: «¡AYUDADLES!» Y AHÍ, VACÍO LA PAPELERA DE MI ALMA
Sí, tenemos serios problemas con el idioma. Al principio se pensó en dar simplemente cobijo. Enseguida nos dimos cuenta de que eso no bastaba. que había que había que plantearse globalmente la situación, social y médica al mismo tiempo.
- ¿Cómo está usted, señor Inéfus?
- Vamos tirando, el tratamiento me sienta bien.
- No lo interrumpimos, no, no.
Este señor tiene problemas psiquiátricos
- Sí.
- Desaparecen poco a poco, pero aún las oigo.
Durante estos 30 años el público ha evolucionado. Hace 30 años, atendíamos a vagabundos ahora, son gente sin documentación. Un albergue de emergencia es un embudo en el que se dan todo tipo de disfuncionamientos personales, en los que intervienen tanto la responsabilidad de las personas como los disfuncionamientos de las estructuras, que no funcionan porque han perdido el sentido.
SE EMPEZÓ EXCLUYENDO A LOS SIN TECHO, AHORA LES TOCA A LOS SIN PAPELES, A LOS ANCIANOS, A LOS DISCAPACITADOS
Vivimos en una sociedad de exclusión permanente. Sin duda le va a chocar lo que le voy a decir: el nazismo empezó excluyendo primero a los minusválidos, y después arremetió contra el ser humano en general, sin distinción. Aquí, pasa igual. Se empezó excluyendo a los sin techo, ahora les toca a los sin papeles, a los ancianos, a los discapacitados. Estamos en un procedimiento de exclusión permanente.
- ¿Cuántos años llevas en la calle?
- ¡Toda mi vida! O casi.
- Se le han limpiado las arterias,
Tendría que operarse de caderas pero no quiere que le operen.
No se puede ejercer esta profesión como yo la concibo sin una presencia de Dios casi permanente. Sin pensar en la escena del Evangelio en la que Cristo dice: "Estaba desnudo y me vestistéis". Ahí estaba yo. De hecho, en el fondo cada persona es un Cristo vivo en esta tierra.
La ética de la Iglesia es globalizante. Su razonamiento es el mismo tanto para el aborto provocado, el mismo tanto para la discapacidad, como para la eutanasia, o para los sin techo.
La doctrina de la Iglesia consiste en afirmar que cada uno es una criatura de Dios, sea cual sea su estado, tenga o no tenga documentos...
Se imagina que tras resucitar Jesús alguien pregunta: «¿No tiene usted documentación? «¡Pues, fuera!»
- ¡No le he visto esta mañana!
- ¡Que elegante va hoy!
Me hice del Opus Dei en 1971. Al volver de Roma, me dije : «Me parece que lo que no funciona es el sistema de la catenaria», es decir, el AVE (tren alta velocidad) o cualquier locomotora eléctrica no puede funcionar si hay una avería en ese chisme que le da energía. Sucede a veces y el tren se inmoviliza durante horas. En nuestra vida ocurre igual: está Dios, estoy yo, y hace falta una catenaria. Y esto era la catenaria que yo necesitaba.
LA ÉTICA DE LA IGLESIA ES GLOBALIZANTE. SU RAZONAMIENTO ES EL MISMO TANTO PARA EL ABORTO PROVOCADO, EL MISMO TANTO PARA LA DISCAPACIDAD, COMO PARA LA EUTANASIA, O PARA LOS SIN TECHO
Entro en la iglesia cuando paso por delante. Me paro un momento, sin perder mucho tiempo, entro en esta iglesia y dejo a los pies de Cristo y de la Virgen todo lo que me preocupa, las conversaciones de ese día que llevo dentro, y rezo: «¡Ayudadles!» Y ahí, vacío la papelera de mi alma.
La oración es como el gas que calienta la olla donde se cuece la pasta: si baja la llama la pasta sale cruda. Pero a la oración hay que encontrarle su momento. ¡Eso es harina de otro costal!
En un mundo donde se empieza a trabajar a las nueve de la mañana, y donde uno acaba a las ocho de la noche, lograr un hueco para la oración, para charlar con el Señor… no es fácil. De vez en cuando, uno hace lo que puede, con empeño.
A veces le digo al Señor: «¡Después te hablaré! Ya ves, este es el trabajo que te puedo ofrecer. ¡Tómalo!». A san Josemaría, Juan Pablo II le llamó "el santo de lo ordinario", de la vida de cada día. Soy un médico que vive una vida como la de los demás médicos.
Cuidamos a la gente, y al mismo tiempo intentamos transmitirles alegría y esperanza, y respeto de la persona, luchando cada día contra nuestras flaquezas, contra el cansancio. Josemaría lo expresaba así: «Omnia in bonum! Todo es para bien».
¡QUÉ VA! NO HAY SIGNOS POSITIVOS, PERO CONFÍO EN ÉL, PORQUE EN EL FONDO ¡NUNCA HAY QUE DESESPERAR DEL HOMBRE!
En el fondo, fondo, es algo que da esperanza, a veces sin motivo, en aquellos enfermos que acabamos de saludar. Uno va a seguir una cura de desintoxicación, pero no tengo muchas esperanzas, ¡y aún así confío en Él! Uno se lo cree no porque intelectual o clínicamente, todos los signos sean positivos. ¡Qué va! No hay signos positivos, pero confío en Él, porque en el fondo ¡nunca hay que desesperar del hombre!
Dios no se desespera nunca con nosotros, por tanto, ¿por qué desesperarnos nosotros?

El cristiano tiene un corazón que acoge a todos...

(RV).-. El corazón del cristiano es magnánimo porque es hijo de un Padre que tiene un ánimo grande y que abre sus brazos para acoger con generosidad a todos. Son los conceptos que expresó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta, en la memoria litúrgica de Santo Tomás de Aquino y ante la presencia de diversos sacerdotes que festejaron con el Pontífice sus 50 años de ordenación.
El cristiano es un testigo de la luz de Dios
“El misterio de Dios es luz” – afirmó el Santo Padre – al comentar el Evangelio del día en que Jesús dice que la luz no ha venido “para ser colocada debajo de un cajón o debajo de la cama, sino para ser puesta en un candelabro, para iluminar”:
“Y éste es uno de los rasgos del cristiano, que ha recibido la luz en el Bautismo y debe darla. Es decir, el cristiano es un testigo. Testimonio. Una de las peculiaridades de las actitudes cristianas. Un cristiano que lleva esta luz, debe hacerla ver porque él es un testigo. Cuando un cristiano prefiere no hacer ver la luz de Dios, sino que prefiere sus propias tinieblas, éstas le entran en su corazón porque tiene miedo de la luz y los ídolos, que son tinieblas, le gustan más. Entonces le falta, le falta algo y no es un verdadero cristiano. El testimonio. Un cristiano es un testigo. De Jesucristo, Luz de Dios. Y debe poner esta luz sobre el candelabro de su vida”.
El cristiano es magnánimo: pierde para ganar a Cristo
Francisco recordó que en el Evangelio Jesús dice: “Con la medida con la que midan serán medidos ustedes; y se les dará más”. Y comentó que otra característica del cristiano es la magnanimidad, porque es hijo de un Padre magnánimo, que tiene un ánimo grande”:
“El corazón cristiano es magnánimo. Esta siempre abierto. No es un corazón que se cierra en su propio egoísmo. O al menos cuenta: hasta aquí, hasta allá. Cuando tú entras en esta luz de Jesús, cuando tú entras en la amistad de Jesús, cuando tú te dejas guiar por el Espíritu Santo, el corazón se vuelve abierto, magnánimo… El cristiano, a este punto, no gana: pierde. Pero pierde para ganar otra cosa, y con esta ‘derrota’ de intereses – entre comillas – gana a Jesús, gana convirtiéndose en testigo de Jesús”.
Gracias a los sacerdotes que han dado luz
Por último, el Papa Francisco se dirigió a cuantos, entre los presentes, han celebrado cincuenta años de sacerdocio:
“Para mí es una alegría celebra hoy entre ustedes, que festejan el 50º aniversario de su sacerdocio: Cincuenta años por el camino de la luz y del testimonio, cincuenta años tratando de ser mejores, tratando de llevar la luz en el candelabro: a veces se cae, pero vamos otra vez, siempre con esa voluntad de dar luz, generosamente, es decir, con el corazón magnánimo. Sólo Dios y su memoria saben a cuánta gente han recibido con magnanimidad, con  bondad de padres, de hermanos… A cuánta gente que tenía el corazón un poco oscuro le han dada luz, la luz de Jesús. Gracias. Gracias por lo que han hecho en la Iglesia, por la Iglesia de Jesús”.
“Que el Señor les dé la alegría – concluyó diciendo el Obispo de Roma –  esta alegría grande de haber sembrado bien, de haber iluminado bien y de haber abierto los brazos para recibir a todos con magnanimidad”.

miércoles, 27 de enero de 2016

El joven mexicano José Sánchez del Río será declarado santo

El anuncio precede el viaje del Papa a México. Aprobada el decreto para la canonización tras el milagro atribuido a la intercesión de este mártir de la guerra cristera.

Nacido el 28 de marzo de 1913 en Sahuayo, Michoacán, José fue el tercero de cuatro hijos del matrimonio de Macario Sánchez Sánchez y María del Río. Al estallar «la Cristiada», sus dos hermanos mayores, Macario y Miguel, se alistaron en las filas de defensa de la libertad religiosa en la región de Sahuayo. Pero a José no lo admitieron debido a su corta edad.
La vida y testimonio de este joven mártir quedó registrada en la película Cristiada, largometraje del año 2012 que que narra la guerra civil mexicana (1929–1929), conocida como ‘Cristera’ y cuyos personajes son varios de los beatificados por Benedicto XVI y canonizados por Juan Pablo II.
Durante una peregrinación que José hizo a la tumba de Anacleto González, quien también fue beatificado, pidió por su intercesión la gracia del martirio. E insistió más en ser admitido en las filas cristeras. Su madre se oponía, pero José le respondió: «Mamá, nunca como ahora es tan fácil ganarnos el Cielo».
Fue a Cotija –en su estado natal– para entrevistarse con el general «cristero» Prudencio Mendoza. Le dijo que si no tenía fuerzas suficientes para cargar el fusil, podía ayudar a los soldados con las espuelas, engrasaría las armas, prepararía la comida y cuidaría los caballos. El General lo admitió.
Además de servir a la tropa, pronto José se convirtió en su clarín y abanderado. Como el gobierno perseguía a los familiares de «los cristeros», José, para proteger a su familia que era conocida y de dinero, hizo que todos sus compañeros lo llamaran José Luis.
En un enfrentamiento con los federales, el 6 de febrero de 1928, casi lograron tomar prisionero a Guízar Morfín porque le mataron el caballo; pero José, bajándose del suyo, se lo ofreció: «Mi general, tome usted mi caballo y sálvese; usted es más necesario y hace más falta a la causa que yo». El general Guízar pudo escapar, pero los federales apresaron a José y lo llevaron a la cárcel de Cotija, donde escribió a su madre y de alguna manera logró hacerle llegar la carta.
Al día siguiente, martes 7 de febrero, fue trasladado a Sahuayo y puesto a disposición del diputado federal Rafael Picazo Sánchez, quien le asignó como cárcel el templo parroquial.
Picazo le presentó varias oportunidades para huir: le ofreció dinero para que se fuera al extranjero, y luego le propuso mandarlo al Colegio Militar. José, sin titubear, lo rechazó.
Picazo sabía que los Sánchez del Río tenían dinero porque había sido su vecino, así que les pidió cinco mil pesos en oro para que rescataran a José. Don Macario Sánchez de inmediato trató de juntar esa cantidad, pero cuando José lo supo, pidió a su familia que no pagaran el rescate porque él ya había ofrecido su vida a Dios.
Esa primera noche de prisión en la parroquia, contempló cómo se profanaba el templo. Ahí se verificaba todo tipo de desórdenes y libertinajes de la soldadesca; además servía de albergue al caballo de Picazo, y el presbiterio era el corral de sus finos gallos de pelea. Ya entrada la noche, José logró desatarse, mató a los gallos, cegó al caballo y volvió a su rincón.
Al día siguiente Picazo se enfrentó a José, quien respondió: «La casa de Dios es para venir a orar, no para refugio de animales». Y al ser amenazado, José respondió: «Estoy dispuesto a todo. ¡Fusílame para que yo esté luego delante de Nuestro Señor y pedirle que te confunda!». Ante esta respuesta uno de los ayudantes golpeó a José en la boca tumbándole los dientes.
El viernes 10 de febrero lo trasladaron al Mesón del Refugio, donde le anunciaron su muerte. Escribió para que su tía Magdalena le llevara el Viático. A las once de la noche le desollaron los pies con un cuchillo, lo sacaron del mesón y lo obligaron a caminar a golpes hasta el cementerio. Los vecinos escucharon cómo José iba gritando por el camino: «¡Viva Cristo Rey!».
Ya en el panteón, el jefe de la escolta ordenó que lo apuñalaran. A cada herida José volvía a gritar: «¡Viva Cristo Rey!».
Por crueldad le preguntaron si quería enviar un mensaje a su papá. José respondió: «¡Que nos veremos en el Cielo! ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Santa María de Guadalupe!». Para acallar aquellos gritos, el jefe sacó su pistola y le disparó en la cabeza. José cayó bañado en sangre. Eran las once y media de la noche del viernes 10 de febrero de 1928.
Uno de los testimonios del martirio fue la carta que José envió a su madre el lunes 6 de febrero de 1928, en la cual dice:
«Mi querida mamá: Fui hecho prisionero en combate este día. Creo que en los momentos actuales voy a morir; pero nada importa, mamá. Resígnate a la voluntad de Dios; yo muero muy contento porque muero en la raya al lado de Nuestro Señor. No te apures por mi muerte, que es lo que me mortifica. Antes, dile a mis otros hermanos que sigan el ejemplo del más chico, y tú haz la voluntad de nuestro Dios. Ten valor y mándame la bendición juntamente con la de mi padre. Salúdame a todos por última vez y tú recibe por último el corazón de tu hijo que tanto te quiere y verte antes de morir deseaba».
Josesancheza

Dios jamás quita la mirada del dolor humano

(RV).- En su audiencia general del último miércoles de enero, celebrada en la Plaza de San Pedro, ante varios miles de fieles y peregrinos procedentes de numerosos países, el Papa Francisco propuso a la atención de los fieles el tema de la misericordia de Dios en la Sagrada Escritura, presente a lo largo de toda la historia de Israel, tal como se deduce del relato del libro del Éxodo escogido como introducción.
Hablando en italiano el Papa Bergoglio recordó que el Señor, con su misericordia, acompañó el camino de los Patriarcas para conducirlos por sendas de gracia y reconciliación, tl como lo demuestra la historia de José y de sus hermanos.
En efecto Francisco destacó que Dios intervino con su salvación cuando los israelitas estaban a punto de sucumbir en Egipto porque escuchó el lamento de su pueblo, lo que demuestra – dijo – que la misericordia no puede permanecer indiferente ante los sufrimientos de los oprimidos, ante el grito de quien está sometido por la violencia, reducido a la esclavitud, o condenado a muerte.
Y añadió que se trata de una dolorosa realidad que aflige a los hombres de todas las épocas, incluida la nuestra, por lo que se sienten con frecuencia impotentes, con la tentación de que se les endurezca el corazón y de pensar en otra cosa.
Mientras Dios – afirmó el Santo Padre recordando cuanto él mismo ha escrito en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de este año –  no es indiferente. Dios jamás quita la mirada del dolor humano. Sino que Dios, que es misericordioso, atiende a los pobres y a quienes  gritan su desesperación. Es más – dijo Francisco – Dios escucha e interviene para salvar, suscitando hombres capaces de sentir el gemido del sufrimiento y de obrar en favor de los oprimidos.
Hacia el final de su reflexión el Pontífice afirmó que la misericordia del Señor vuelve precioso al hombre, lo que representa una de las maravillas de la misericordia divina que llega a su complimiento pleno en el Señor Jesús, en aquella “nueva y eterna alianza” en la que con su perdón destruye nuestro pecado, haciéndonos, definitivamente, hijos de Dios.