jueves, 30 de junio de 2016

La misericordia sin las obras está muerta

(RV).- Con ocasión de la Audiencia Jubilar celebrada este jueves 30 de junio en la plaza de San Pedro, el Papa Francisco invitó a los peregrinos presentes a hacer un serio examen de conciencia porque “una cosa es hablar de misericordia, otra es vivir la misericordia”.
“Quien ha experimentado en la propia vida la misericordia del Padre no puede permanecer insensible frente a las necesidades de los hermanos”, remarcó el Obispo de Roma quien destacó que la enseñanza de Jesús “no permite vías de escape: Tenía hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba desnudo, prófugo, enfermo, preso y me han ayudado”.
“No se puede hacer esperar a una persona que tiene hambre: es necesario darle de comer. Jesús nos dice esto. Las obras de misericordia no son temas teóricos, sino que son testimonios concretos. Obligan a remangarse las mangas para aliviar el sufrimiento”, explicó.
En su catequesis en italiano, el Pontífice afirmó: “a nosotros, por lo tanto, se nos pide permanecer vigilantes como centinelas, para que no suceda que, frente a las pobrezas producidas por la cultura del bienestar, la mirada de los cristianos se debilite y sea incapaz de mirar lo esencial” y agregó: “mirar lo esencial ¿qué significa? Mirar a Jesús. Mirar a Jesús en el hambriento, en el preso, en el enfermo, en el desnudo, en aquel que no tiene trabajo y debe mantener a una familia. Mirar a Jesús en estos hermanos y hermanasnuestros. Mirar a Jesús en aquel que está solo, triste, en aquel que se equivoca y necesita un consejo, en aquel que necesita hacer un camino en silencio para que se sienta en compañía. Estas son las obras que Jesús nos pide. Mirar a Jesús en ellos, en esta gente. ¿Por qué? Porque Jesús a mí, a todos nosotros, nos mira así”.
Al finalizar, el Papa Francisco evocó su reciente viaje a Armenia “un pueblo que, en el curso de su larga historia, ha testimoniado la fe cristiana con el martirio” y agradeció a Dios por este viaje, a todo el pueblo armenio por haberlo acogido como peregrino de fraternidad y de paz y al Supremo Patriarca de la Iglesia Apostólica Armenia quien dijo: “fraternamente me ha hospedado por tres días en su casa”.
En esta línea, el Santo Padre recordó que en tres meses viajará a Georgia y Azerbaiyán, otros dos países de la región del Cáucaso para “por una parte valorizar las antiguas raíces cristianas presentes en aquellas tierras –siempre en espíritu de diálogo con las otras religiones y culturas- y por otra parte, animar esperanzas y senderos de paz”.
Voz y texto completo de la catequesis del Papa Francisco:
Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!
¡Cuántas veces, durante estos primeros meses del Jubileo, hemos escuchado hablar de las obras de misericordia! Hoy el Señor nos invita a hacer un serio examen de conciencia. Es bueno, de hecho, no olvidar nunca que la misericordia no es una palabra abstracta, sino un estilo de vida. Una persona puede ser misericordiosa o puede ser no misericordiosa. Es un estilo de vida, yo elijo vivir como misericordioso o elijo vivir como no misericordioso. Una cosa es hablar de misericordia, otra es vivir la misericordia. Parafraseando las palabras del apóstol Santiago (cfr 2,14-17) podemos decir: la misericordia sin las obras está muerta en sí misma. ¡Propiamente! Lo que hace viva la misericordia es su constante dinamismo para ir hacia el encuentro de las necesidades de aquellos que están en dificultad espiritual y material. La misericordia tiene ojos para ver, oídos para escuchar, manos para levantar…
La vida cotidiana nos permite tocar con las propias manos tantas exigencias de las personas más pobres y más probadas. A nosotros se nos pide aquella atención particular que nos lleva a darnos cuenta del estado de sufrimiento y necesidad en el que están tantos hermanos y hermanas. A veces, pasamos delante de situaciones de dramática pobreza y parece que no nos tocan; todo continúa como si nada pasara, en una indiferencia que al final nos hace hipócritas y, sin que nos demos cuenta, termina en una forma de letargo espiritual que hace insensible el ánimo y estéril la vida.
Hay gente que pasa por la vida, que va por la vida, sin notar las necesidades de los otros, sin ver tantas necesidades, espirituales y materiales, es gente que pasa sin vivir, es gente que no sirve a los otros. Y recuerden bien: quien no vive para servir, no sirve para vivir.
¡Cuántos son los aspectos de la misericordia de Dios hacia nosotros! Del mismo modo, cuántos rostros se dirigen a nosotros para obtener misericordia. Quien ha experimentado en la propia vida la misericordia del Padre no puede permanecer insensible frente a las necesidades de los hermanos. La enseñanza de Jesús que hemos escuchado no permite vías de escape: Tenía hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba desnudo, prófugo, enfermo, preso y me han ayudado (cfr Mt 25,35-36). No se puede hacer esperar a una persona que tiene hambre: es necesario darle de comer. Jesús nos dice esto. Las obras de misericordia no son temas teóricos, sino que son testimonios concretos. Obligan a remangarse las mangas para aliviar el sufrimiento.
A causa de los cambios de nuestro mundo globalizado, algunas pobrezas materiales y espirituales se han multiplicado: demos, pues, espacio a la fantasía de la caridad para individuar nuevas modalidades operativas. De este modo, el camino de la misericordia será siempre más concreto. A nosotros, por lo tanto, se nos pide permanecer vigilantes como centinelas, para que no suceda que, frente a las pobrezas producidas por la cultura del bienestar, la mirada de los cristianos se debilite y sea incapaz de mirar lo esencial.
Mirar lo esencial ¿qué significa? Mirar a Jesús. Mirar a Jesús en el hambriento, en el preso, en el enfermo, en el desnudo, en aquel que no tiene trabajo y debe mantener a una familia. Mirar a Jesús en estos hermanos y hermanas nuestros. Mirar a Jesús en aquel que está solo, triste, en aquel que se equivoca y necesita un consejo, en aquel que necesita hacer un camino en silencio para que se sienta en compañía. Estas son las obras que Jesús nos pide. Mirar a Jesús en ellos, en esta gente. ¿Por qué? Porque Jesús a mí, a todos nosotros, nos mira así.
Ahora pasamos a otra cosa…
Hace unos días el Señor me ha concedido visitar Armenia, la primera nación que abrazó el cristianismo, al inicio del siglo IV. Un pueblo que, en el curso de su larga historia, ha testimoniado la fe cristiana con el martirio. Doy gracias a Dios por este viaje, y estoy vivamente agradecido al Presidente de la República de Armenia, al Catholicós Karekin II, al Patriarca, a los Obispos Católicos y a todo el pueblo armenio por haberme acogido como peregrino de fraternidad y de paz.
Dentro de tres meses haré, si Dios quiere, otro viaje a Georgia y Azerbaiyán, otros dos países de la región del Cáucaso. He recibido la invitación a visitar estos países por dos motivos: por una parte valorizar las antiguas raíces cristianas presentes en aquellas tierras –siempre en espíritu de diálogo con las otras religiones y culturas- y por otra parte, animar esperanzas y senderos de paz. La historia nos enseña que el camino de la paz requiere una gran tenacidad y continuos pasos, comenzando por aquellos pequeños y poco a poco haciéndoles crecer, yendo el uno al encuentro del otro. Precisamente por esto, mi deseo es que todos y cada uno den su propia contribución para la paz y la reconciliación.
Como cristianos estamos llamados a reforzar entre nosotros la comunión fraterna, para dar testimonio del Evangelio de Cristo y para ser levadura de una sociedad más justa y solidaria. Por esto, toda la visita ha sido compartida con el Supremo Patriarca de la Iglesia Apostólica Armenia, quien fraternamente me ha hospedado por tres días en su casa.
Renuevo mi abrazo a los Obispos, a los sacerdotes, a las religiosas y a los religiosos y a todos los fieles en Armenia. La Virgen María, nuestra Madre, los ayude a permanecer firmes en la fe, abiertos al encuentro y generosos en las obras de misericordia. Gracias.

viernes, 24 de junio de 2016

Papa a las Autoridades armenias: “es vital aislar a quien usa la religión para llevar a cabo la guerra"

Señor Presidente,
Excelentísimas Autoridades,
Ilustrísimos miembros del Cuerpo Diplomático,
Señoras y señores:
Es para mí un motivo de gran alegría estar aquí y pisar el suelo de esta tierra Armenia tan querida; visitar un pueblo de ricas y antiguas tradiciones, que ha testimoniado valientemente su fe, que ha sufrido mucho, pero que siempre ha vuelto a renacer.
«Nuestro cielo turquesa, el agua limpia, el lago de luz, el sol en verano y en invierno el fiero bóreas, [...] la piedra de los milenios, [...] los libros grabados con el estilo, que se convierten en oración» (Yeghishe Charents, Oda a Armenia). Estas son algunas de las impresionantes imágenes que un ilustre poeta vuestro nos ofrece para entender la profundidad de la historia y la belleza de la naturaleza de Armenia. En pocas palabras se expresa el eco y la hondura de la experiencia gloriosa y dramática de un pueblo y su conmovedor amor por la patria.
Señor Presidente, le agradezco vivamente sus gentiles palabras de bienvenida, que me ha dirigido en nombre del Gobierno y de los habitantes de Armenia, así como su amable invitación que me consiente devolverle la visita que usted realizó el año pasado al Vaticano, cuando participó en la solemne celebración en la Basílica de San Pedro, junto con Su Santidad Karekin II, Patriarca Supremo y Catholicós de Todos los Armenios, y Aram I, Catholicós de la Gran Casa de Cilicia, y Su Beatitud Nerses Bedros XIX, Patriarca de Cilicia de los Armenios, recientemente desaparecido. En aquella ocasión se recordó el centenario del Metz Yeghérn, el «Gran Mal», que azotó a vuestro pueblo y causó la muerte de una gran multitud de personas. Aquella tragedia, aquel genocidio, por desgracia, inauguró la triste lista de las terribles catástrofes del siglo pasado, causadas por aberrantes motivos raciales, ideológicos o religiosos, que cegaron la mente de los verdugos hasta el punto de proponerse como objetivo la aniquilación de poblaciones enteras. Es tan triste que -tanto en éste como en los otros dos- las grandes potencias internacionales miraban hacia otro lado. 
Rindo homenaje al pueblo armenio, que, iluminado por la luz del Evangelio incluso en los momentos más trágicos de su historia, siempre ha encontrado en la cruz y en la resurrección de Cristo la fuerza para levantarse de nuevo y reemprender el camino con dignidad. Esto revela la profundidad de las raíces de su fe cristiana y el inmenso tesoro de consuelo y de esperanza que contiene. Teniendo ante los ojos los terribles efectos que en el siglo pasado causaron el odio, los prejuicios y el deseo desenfrenado de poder, espero sinceramente que la humanidad sea capaz de aprender de esas trágicas experiencias a actuar con responsabilidad y sabiduría para evitar el peligro de volver a caer en tales horrores. Que todos multipliquen sus esfuerzos para que en las disputas internacionales prevalezca siempre el diálogo, la búsqueda constante y auténtica de la paz, la cooperación entre los Estados y el compromiso inquebrantable de las organizaciones internacionales para crear un clima de confianza que favorezca el logro de acuerdos permanentes, que miren al futuro.
La Iglesia Católica desea cooperar activamente con todos los que se preocupan por el destino de la humanidad y el respeto de los derechos humanos, para que en el mundo prevalezcan los valores espirituales, desenmascarando a todos los que desfiguran su sentido y su belleza. A este respecto, es vital que todos los que confiesan su fe en Dios unan sus fuerzas para aislar a quien se sirva de la religión para llevar a cabo proyectos de guerra, de opresión y de persecución violenta, instrumentalizando y manipulando el santo nombre Dios.
En la actualidad, igual e incluso tal vez más que en la época de los primeros mártires, los cristianos son discriminados y perseguidos en algunos lugares por el mero hecho de profesar su fe, mientras que en diversas zonas del mundo no se encuentra solución satisfactoria a muchos conflictos, causando dolor, destrucción y el desplazamiento forzado de poblaciones enteras. Es indispensable, por tanto, que los responsables del destino de las naciones pongan en marcha, con valor y sin demora, iniciativas dirigidas a poner fin a este sufrimiento, y que tengan como objetivo primario la búsqueda de la paz, la defensa y la acogida de los que son objeto de ataques y persecuciones, la promoción de la justicia y de un desarrollo sostenible. El pueblo armenio ha experimentado estas situaciones en primera persona; conoce el sufrimiento y el dolor, conoce la persecución; conserva en su memoria, no sólo las heridas del pasado, sino también el espíritu que le ha permitido empezar siempre de nuevo. Así pues, lo animo a no dejar de ofrecer su valiosa colaboración a la comunidad internacional.
Este año se cumple el 25 aniversario de la independencia de Armenia. Es un evento para alegrarse y una ocasión para rememorar lo conseguido y proponerse nuevas metas. Las celebraciones por este feliz aniversario serán mucho más significativas si se convierten para todos los armenios, en la Patria y en la diáspora, en un momento especial para reunir y coordinar las energías, con el fin de promover un desarrollo civil y social del País, justo e inclusivo. Se trata de vigilar constantemente para que no se dejen de cumplir los imperativos morales de una justicia igual para todos y de solidaridad con los más débiles y desfavorecidos (cf. Juan Pablo II, Discurso de despedida de Armenia, 27 septiembre 2001). La historia de vuestro país está unida a su identidad cristiana, custodiada durante siglos. Esta identidad, en vez de ser un obstáculo para una sana laicidad del Estado, más bien la reclama y la alimenta, favoreciendo participación ciudadana de todos los miembros de la sociedad, la libertad religiosa y el respeto a las minorías. La cohesión de todos los armenios, y el creciente esfuerzo por encontrar caminos que ayuden a superar las tensiones con algunos países vecinos, hará que sea más fácil lograr estos importantes objetivos, inaugurando para Armenia una época de auténtico renacimiento.
La Iglesia Católica, por su parte, a pesar de estar presente en el país con recursos humanos limitados, se complace en ofrecer su contribución al crecimiento de la sociedad, sobre todo con su actividad orientada hacia los más débiles y los más pobres, en el campo sanitario y educativo, y concretamente en el de la caridad, como lo demuestra el trabajo realizado desde hace veinticinco años por el hospital «Redemptoris Mater», en Ashotzk, las actividades del Instituto educativo a Ereván, las iniciativas de Caritas Armenia y las obras gestionadas por las Congregaciones religiosas.
Dios bendiga y proteja a Armenia, tierra iluminada por la fe, por el valor de los mártires, por la esperanza, que es más fuerte que cualquier sufrimiento.

lunes, 20 de junio de 2016

ROBER DEJASTE HUELLAS....

Gracias a Rober por el regalo de ser mi esposo durante 24 años y por todo lo que me dejó en mi corazón...

A todos los que aportaron sus vivencias sin las cuales este libro no hubiese existido...

A todos aquellos que no permitieron bajar los brazos...

Pero sobre todo a Jesús y a la Virgen Maria que me inspiraron  escribir  todo esto para que  el que  lo lea compruebe que  se puede seguir a Cristo...porque con Cristo todo se puede!

¡Xto y yo mayoría aplastante!

miércoles, 15 de junio de 2016

“El camino de la fe es pasar de mendigos a discípulos”

(RV).- “El paso del Señor es un encuentro de misericordia que une a todos alrededor de Él para permitir reconocer quien tiene necesidad de ayuda y de consolación”, con estas palabras el Papa Francisco explicó en la Audiencia General del tercer miércoles de junio, el significado del milagro que realizó Jesús al restituir la vista al ciego de Jericó narrado en el Evangelio de San Lucas.
Continuando su ciclo de catequesis sobre la misericordia en la Sagrada Escritura, el Obispo de Roma reflexionó sobre el significado de la misericordia como luz. Por ello, el Pontífice alentó a acoger esta luz que viene de Dios y a seguir el camino de fe que realizó el ciego de Jericó, que «recuperó la vista y siguió a Jesús, glorificando a Dios», se hizo discípulo. “De mendigo a discípulo, también este es nuestro camino – agregó el Papa – todos nosotros somos mendigos, todos. Tenemos necesidad siempre de salvación. Y todos nosotros, todos los días, debemos hacer este paso: de mendigos a discípulos”.
Texto y audio completo de la catequesis del Papa Francisco
 
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Un día Jesús, acercándose a la ciudad de Jericó, realizó el milagro de restituir la vista a un ciego que mendigaba a lo largo del camino (Cfr. Lc 18,35-43). Hoy queremos aferrar el significado de este signo porque también nos toca directamente. El evangelista Lucas dice que aquel ciego estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna (Cfr. v. 35). Un ciego en aquellos tiempos – incluso hasta hace poco tiempo atrás – podía vivir sólo de la limosna. La figura de este ciego representa a tantas personas que, también hoy, se encuentran marginadas a causa de una discapacidad física o de otro tipo. Está separado de la gente, está ahí sentado mientras la gente pasa ocupada, en sus pensamientos y tantas cosas… Y el camino, que puede ser un lugar de encuentro, para él en cambio es el lugar de la soledad. Tanta gente que pasa. Y él está solo.
Es triste la imagen de un marginado, sobre todo en el escenario de la ciudad de Jericó, la espléndida y prospera oasis en el desierto. Sabemos que justamente a Jericó llegó el pueblo de Israel al final del largo éxodo de Egipto: aquella ciudad representa la puerta de ingreso a la tierra prometida. Recordemos las palabras que Moisés pronunció en aquella circunstancia; decía así: «Si hay algún pobre entre tus hermanos, en alguna de las ciudades del país que el Señor, tu Dios, te da, no endurezcas tu corazón ni le cierres tu mano. Es verdad que nunca faltarán pobres en tu país. Por eso yo te ordeno: abre generosamente tu mano al pobre, al hermano indigente que vive en tu tierra» (Deut. 15,7.11). Es agudo el contraste entre esta recomendación de la Ley de Dios y la situación descrita en el Evangelio: mientras el ciego grita – tenia buena voz, ¿eh? – mientras el ciego grita invocando a Jesús, la gente le reprocha para hacerlo callar, como si no tuviese derecho a hablar. No tienen compasión de él, es más, sienten fastidio por sus gritos. Eh… Cuantas veces nosotros, cuando vemos tanta gente en la calle – gente necesitada, enferma, que no tiene que comer – sentimos fastidio. Cuantas veces nosotros, cuando nos encontramos ante tantos prófugos y refugiados, sentimos fastidio. Es una tentación: todos nosotros tenemos esto, ¿eh? Todos, también yo, todos. Es por esto que la Palabra de Dios nos enseña. La indiferencia y la hostilidad los hacen ciegos y sordos, impiden ver a los hermanos y no permiten reconocer en ellos al Señor. Indiferencia y hostilidad. Y cuando esta indiferencia y hostilidad se hacen agresión y también insulto – “pero échenlos fuera a todos estos”, “llévenlos a otra parte” – esta agresión; es aquello que hacia la gente cuando el ciego gritaba: “pero tú vete, no hables, no grites”.
Notamos una característica interesante. El Evangelista dice que alguien de la multitud explicó al ciego el motivo de toda aquella gente diciendo: «Que pasaba Jesús de Nazaret» (v. 37). El paso de Jesús es indicado con el mismo verbo con el cual en el libro del Éxodo se habla del paso del ángel exterminador que salva a los Israelitas en las tierras de Egipto (Cfr. Ex 12,23). Es el “paso” de la pascua, el inicio de la liberación: cuando pasa Jesús, siempre hay liberación, siempre hay salvación. Al ciego, pues, es como si fuera anunciada su pascua. Sin dejarse atemorizar, el ciego grita varias veces dirigiéndose a Jesús reconociéndolo como Hijo de David, el Mesías esperado que, según el profeta Isaías, habría abierto los ojos a los ciegos (Cfr. Is 35,5). A diferencia de la multitud, este ciego ve con los ojos de la fe. Gracias a ella su suplica tiene una potente eficacia. De hecho, al oírlo, «Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran» (v. 40). Haciendo así Jesús quita al ciego del margen del camino y lo pone al centro de la atención de sus discípulos y de la gente. Pensemos también nosotros, cuando hemos estado en situaciones difíciles, también en situaciones de pecado, como ha estado ahí Jesús a tomarnos de la mano y a sacarnos del margen del camino a la salvación. Se realiza así un doble pasaje. Primero: la gente había anunciado la buena noticia al ciego, pero no quería tener nada que ver con él; ahora Jesús obliga a todos a tomar conciencia que el buen anuncio implica poner al centro del propio camino a aquel que estaba excluido. Segundo: a su vez, el ciego no veía, pero su fe le abre el camino a la salvación, y él se encuentra en medio de cuantos habían bajado al camino para ver a Jesús. Hermanos y hermanas, el paso del Señor es un encuentro de misericordia que une a todos alrededor de Él para permitir reconocer quien tiene necesidad de ayuda y de consolación. También en nuestra vida Jesús pasa; y cuando pasa Jesús, y yo me doy cuenta, es una invitación a acercarme a Él, a ser más bueno, a ser mejor cristiano, a seguir a Jesús.
Jesús se dirige al ciego y le pregunta: «¿Qué quieres que haga por ti?» (v. 41). Estas palabras de Jesús son impresionantes: el Hijo de Dios ahora está frente al ciego como un humilde siervo. Él, Jesús, Dios dice: “Pero, ¿Qué cosa quieres que haga por ti? ¿Cómo quieres que yo te sirva?” Dios se hace siervo del hombre pecador. Y el ciego responde a Jesús no más llamándolo “Hijo de David”, sino “Señor”, el título que la Iglesia desde los inicios aplica a Jesús Resucitado. El ciego pide poder ver de nuevo y su deseo es escuchado: «¡Señor, que yo vea otra vez! Y Jesús le dijo: Recupera la vista, tu fe te ha salvado» (v. 42). Él ha mostrado su fe invocando a Jesús y queriendo absolutamente encontrarlo, y esto le ha traído el don de la salvación. Gracias a la fe ahora puede ver y, sobre todo, se siente amado por Jesús. Por esto la narración termina refiriendo que el ciego «recuperó la vista y siguió a Jesús, glorificando a Dios» (v. 43): se hace discípulo. De mendigo a discípulo, también este es nuestro camino: todos nosotros somos mendigos, todos. Tenemos necesidad siempre de salvación. Y todos nosotros, todos los días, debemos hacer este paso: de mendigos a discípulos. Y así, el ciego se encamina detrás del Señor y entrando a formar parte de su comunidad. Aquel que querían hacer callar, ahora testimonia a alta voz su encuentro con Jesús de Nazaret, y  «todo el pueblo alababa a Dios» (v. 43). Sucede un segundo milagro: lo que había sucedido al ciego hace que también la gente finalmente vea. La misma luz ilumina a todos uniéndolos en la oración de alabanza. Así Jesús infunde su misericordia sobre todos aquellos que encuentra: los llama, los hace venir a Él, los reúne, los sana y los ilumina, creando un nuevo pueblo que celebra las maravillas de su amor misericordioso. Pero dejémonos también nosotros llamar por Jesús, y dejémonos curar por Jesús, perdonar por Jesús, y vayamos detrás de Jesús alabando a Dios. ¡Así sea!

viernes, 10 de junio de 2016

11 y 12 de junio se realizará la colecta anual de Caritas

Mons. Arancedo: “La colecta de Cáritas, un gesto para acompañar a los más necesitados”
Viernes 10 Jun 2016 | 11:10 am
Santa Fe (AICA): El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, destacó la expectativa “siempre buena” que genera la Colecta Anual de Cáritas Argentina y consideró que esa campaña solidaria tiene cada año “un plus” en cuanto a la generosidad de la gente y la participación. “La colecta es el gesto solidario mediante el cual queremos acompañar a nuestros hermanos más necesitados”, sostuvo al presentar la campaña solidaria de este fin de semana con el lema “Si das lo mejor de vos, el mundo será distinto”.
El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, destacó la expectativa “siempre buena” que genera la Colecta Anual de Cáritas Argentina y consideró que esa campaña solidaria tiene cada año “un plus” en cuanto a la generosidad de la gente y la participación. 

“Empezamos con entusiasmo ante muchas necesidades que tenemos que acompañar, por lo que esperamos que sea un camino que despierte en mucha gente el deseo de colaborar y sentirse parte de Cáritas, aunque no sean católicos”, destacó. 

“La colecta de Cáritas es el gesto solidario mediante el cual queremos acompañar a nuestros hermanos más necesitados”, sostuvo al presentar la campaña solidaria de este fin de semana. 

El prelado detalló que la demanda primaria en esta época invernal es de “alimentos y ropa y calzado para los chicos”, pero también destacó “las otras cosas que Cáritas puede ver, y no son meramente asistencial e inmediato, sino promover proyectos y planes en diversos lugares”. 

“La presencia de Cáritas en cada barrio, en cada capilla, es una actitud de la Iglesia al servicio de las necesidades de nuestros hermanos”, explicó. 

“Dar lo mejor significa no desprenderme de lo que me sobra, porque si uno da, debe dar lo mejor. Al bien hay que hacerlo bien, eso es importante, incluso para la vida espiritual de la persona que ayuda, y no sólo de la persona que recibe. La caridad tiene que ser algo que nos eleva espiritual y moralmente”, concluyó.+ 

Enfermo con 19 años, ha puesto a rezar a muchos: «Que por mi enfermedad la gente se acerque a Dios»

Enfermo con 19 años, ha puesto a rezar a muchos: «Que por mi enfermedad la gente se acerque a Dios»

Jorge Ribera, 19 años, aquejado de leucemia linfoblástica: «Me encantaría que a través de mi enfermedad la gente se acercara a Dios»


“Por cierto, que hoy llevo ya un mes viviendo en la Suite y el Resort este no está nada mal, pero habrá que dejarse de vacaciones y currar…”.

Éste es uno de los tuits que Jorge Ribera escribió desde su habitación del hospital La Fe de Valencia tras su trasplante de médula. Un tuit que hace ver cómo es Jorge: un joven alegre y bromista.

Tiene 19 años y está en tratamiento de una leucemia linfoblástica aguda. Una enfermedad que se le diagnosticó en 2010 y de la que pensaba que estaba ya curado hasta que ha vuelto a aparecer. Tras la quimioterapia le han hecho un trasplante de médula que le ha donado su hermano. Después de la operación estuvo un mes aislado en el hospital y ahora se recupera en casa.

Para Jorge su fe ha sido fundamental para afrontar esta situación. Cuando habla de Dios se nota que lo tiene cerca y que sabe que la oración tiene sus frutos. Es agregado del Opus Dei y participa en la actividades de la asociación juvenil Dardo. Allí es monitor los fines de semana con los niños, a los que ayuda en su formación cristiana. 

Tiene dos hermanos y este año iba a comenzar a cursar el doble grado de Educación Primaria y Pedagogía en la Universidad Católica de Valencia. Por ahora está haciendo solo la primera carrera y de forma online debido a la enfermedad.

- ¿Qué es lo primero que se te vino a la cabeza cuando supiste que estabas enfermo?- No recuerdo la sensación que tuve la primera vez, pero esta última tuve una sensación extraña porque después de cuatro años no esperaba que se volviese a producir. Al principio fue duro y no lo entendía pero enseguida caí en la cuenta de que me tocaba volver a luchar y seguir adelante. Sé que se pasa, así que toca luchar por última vez.

- ¿Cómo lo estás viviendo? ¿Qué es lo que más te ayuda?
- Muy bien. Me ayuda a rezar más y cuando lo aceptas este tipo de cosas te hacen crecery, sobre todo, te das cuenta de la cantidad de gente que se pone a rezar. Están atentos a cómo te va todo, sean creyentes o no, y eso es una pasada. La ayuda de mi familia y la enorme cantidad de amigos y gente que me quiere lo hace mucho más fácil.

- ¿Es posible mantener la fe ante la enfermedad? ¿Te ayuda estar en la Iglesia?- Por puesto que es posible. Si lo aceptas, rezas más y estás mucho más cerca de Dios. Y es que Dios no es un ente extraño que está ahí viendo lo que hacemos y ya. ¡Qué va! Dios es nuestro padre y cualquier padre se vería afectado si su hijo estuviera pasando por una situación como esta. Así que le pido ayuda y consuelo.

»Estar en la Iglesia me ayuda a tener fe porque sabes que lo que estoy pasando no es en vano sino que tiene repercusiones en los demás, es algo trascendente con lo que puedes ayudar al resto.

- ¿Cómo te ha ayudado la Iglesia?
- Me he sentido muy ayudado por la Iglesia. Los sacerdotes han estado ahí para poder confesarme y comulgar y, además, me consta que religiosas y religiosos están rezando por mí. También amigos, conocidos e incluso gente que no conozco de nada pero que les ha llegado mi caso me mandan ánimos y me encomiendan.



A través de Internet Jorge envía fotos y comentarios con humor desde su "resort", recibe ánimos y ora por otros enfermos

- ¿Por qué es importante la oración? ¿Has visto frutos en tu vida gracias a ella?- Es importante porque creo que va a repercutir en mi curación, sea como sea. No entiendo cómo funcionan las cosas ahí arriba, pero sí. Además me encantaría que por mi situación la gente se acercara a Dios y viese que no es algo horrendo como se pinta por la calle sino que es genial.

»He visto muchos frutos. Por ejemplo, durante todo el tratamiento todo ha ido bien. Al principio iban a ser tres ciclos de quimioterapia y al final se ha quedado en uno y no ha habido ninguna complicación seria, que suele haberlas. Además estoy viendo cómo mucha gente y amigos que hacía mucho que no practicaban nada están rezando o al menos han tenido un cambio en su vida. Y esto son solo unos ejemplos.

- ¿Cómo has vivido el estar aislado?
- Pues depende de cómo estés físicamente. Si estás hecho polvo, como los primeros días, duermes casi todo el día y pasa rápido. Lo más duro es cuando ya te ves con fuerzas para poder irte pero aún no puedes. Esos días se te hacen más largos. Lo más importante es vivir día a día sin mirar a largo plazo los días que quedan. Cuando se pueda salir, saldrás, y cuando se tenga que acabar una complicación, se acabará. Lo más importante es luchar por pasar el momento en el que estás de la forma más alegre y digna posible.

- ¿Qué importancia adquiere la familia?
- Es de vital importancia. Ellos son el apoyo más cercano y son súper necesarios cuando estás de bajón. Es duro verles sufrir contigo pero sabes que están dispuestos a lo que haga falta y que te quieren como a nada el mundo. Eso ayuda a seguir luchando a pesar de lo que venga.

- ¿Qué le dirías al joven que ve la Iglesia como algo antiguo y que no va con ellos?
- El que dice eso es que no la conoce bien. No es un sitio donde los ancianos van los domingos a pasar el rato. Es mucho más que un sitio. Estar en la Iglesia no te encierra ni te esclaviza porque Dios nos ha dado la libertad. Puedes ser cristiano yéndote a tomar unas cañas con los amigos e incluso hablarles de Dios.

Tuits desde «el Resort»
La historia de Jorge es difícil de resumir en 140 caracteres, los que ocupa un tuit. Sin embargo, ha sido esta red social la que él ha elegido para contar su día a día. Un amigo se lo propuso, así que tras la operación y desde su habitación del hospital La Fe, contó cómo evolucionó a lo largo del mes de aislamiento. Y todo con un gran sentido del humor, como se ve en el nombre escogido para su cuenta: @SuiteDelResort .

La idea nació para que sus amigos y conocidos supieran cómo estaba sin necesidad de mandar un mensaje a cada uno. Pero poco a poco le fue siguiendo más gente de la que se esperaba: «Es genial y hay mucha gente que me apoya», cuenta. Además también le ha permitido conocer a otras personas que lo están pasando mal y así rezar unos por otros. Y es que como él indica «no hemos de tener miedo a pedir ayuda, hay momentos que nos superan y para eso están los amigos y, sobre todo, Dios».

¿Y el sentido del humor? Como él mismo indica es fundamental «para no ir al lado contrario». «Es mucho más fácil para ti y para la gente que tienes a tu alrededor y, además, cuando esto pase es mejor que quede como una anécdota graciosa que como una triste», resume.

A Dios se lo encuentra de pie, en silencio y en salida

(RV).- La vida del cristiano se puede resumir en tres actitudes: estar “de pie” para acoger a Dios, en paciente “silencio” para escuchar su voz, y “en salida” para anunciarlo a los demás. Así lo explicó el Papa Francisco en su homilía de la Misa de la mañana celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.  
Puedes ser un pecador arrepentido que ha decidido recomenzar con Dios o incluso un elegido por Él que ha consagrado su vida, en todo caso puede asaltarte el “miedo” por creer que no lo lograrás, y puedes entrar en un estado de “depresión” cuando la fe se oscurece.
De pie y en camino
Para profundizar este aspecto e indicar cómo salir del túnel, el Papa evocó la situación del hijo pródigo, deprimido mientras mira hambriento a los cerdos, y se concentró en el personaje de la liturgia del día, el profeta Elías. De este último, Francisco afirmó que es “un vencedor” que “ha luchado tanto por la fe”, ha vencido a centenares de idólatras en el Monte Carmelo. Después, tras la enésima persecución que lo toma como blanco, se abate. Se abate desanimado bajo un árbol esperando morir, pero Dios no lo deja en ese estado de postración, sino que le envía a un ángel con un imperativo: levántate, come y parte:
“Para encontrar a Dios es necesario volver a la situación en la que el hombre estaba en el momento de la creación: de pie y en camino. Así nos ha creado Dios: a su altura, a su imagen y semejanza, y en camino. ‘¡Ve, ve adelante! Cultiva la tierra, hazla crecer; y multiplíquense...’. ‘¡Sal!’. Sal y vete al Monte y detente sobre el Monte ante mi presencia. Elías se puso de pie. Y puesto de pie, sale”.
El hilo de un silencio sonoro
Salir, y ponerse en escucha de Dios. Pero, “¿cómo pasa el Señor? ¿Cómo puedo encontrar al Señor para estar seguro de que sea Él?”, se preguntóFrancisco. El pasaje del Libro de los Reyes es elocuente. El ángel invita a Elías a salir de la caverna en el Monte Oreb donde había encontrado amparo para estar ante la “presencia” de Dios. Sin embargo, no lo induce a salir ni el viento “impetuoso y recio” que parte las rocas, ni el terremoto que siguió y ni siquiera el fuego sucesivo:
“Tanto ruido, tanta majestad, tanto movimiento y el Señor no estaba allí. ‘Y después del fuego, el susurro de una briza ligera’ o, como es propio del original, ‘el hilo de un silencio sonoro’. Y allí estaba el Señor. Para encontrar al Señor, es necesario entrar en nosotros mismos y sentir aquel ‘hilo de un silencio sonoro’ y Él nos habla allí”.
La hora de la misión
La tercera petición del ángel a Elías es: “Sal”. El profeta es invitado a volver sobre sus pasos, hacia el desierto, porque se le encomienda una misión que cumplir. Francisco subrayó que en esto debemos aceptar la invitación “a estar en camino, no cerrados, no dentro del egoísmo de nuestra comodidad”, sino “valerosos” para “llevar a los demás el mensaje del Señor”, es decir, salir en “misión”:
“Siempre debemos buscar al Señor. Todos nosotros sabemos cómo son los momentos feos: momentos que se te tiran por los suelos, momentos sin fe, oscuros, momentos en los que no vemos el horizonte, no somos capaces de levantarnos. ¡Todos sabemos esto! Pero es el Señor que viene, nos reconforta con el pan y con su fuerza y nos dice: ‘¡Levántate, y ve adelante! ¡Camina!’. Para encontrar al Señor debemos estar así: de pie y en camino. Después esperar que Él nos hable: corazón abierto. Y Él nos dirá: ‘Soy Yo’ y allí la fe se vuelve fuerte. ¿La fe es para mí, para custodiarla? ¡No! Es para ir y darla a los demás, para ungir a los demás, para la misión”.

jueves, 9 de junio de 2016

El obispado castrense despide al general de brigada y diácono permanente Juan Carlos Cordini

A los 71 años, falleció este martes 7 de junio, en el Hospital Militar Central de la ciudad de Buenos Aires, el General de Brigada (R) y diácono permanente del obispado castrense, Juan Carlos Cordini. Sus restos fueron velados en el Regimiento de Infantería 1, Patricios y la misa exequial fue presidida por el administrador diocesano del obispado castrense, monseñor Pedro Candia y concelebrada por los capellanes de la zona Buenos Aires. 

Juan Carlos Cordini nació en la ciudad de Buenos Aires el 2 de marzo de 1945, bautizado en la parroquia Nuestra Señora de Luján Castrense y confirmado en 1953 en la parroquia Santa Elena. Contrajo matrimonio con Dora Lía Acuña el 21 de junio de 1968 en la catedral de Catamarca y era padre de dos hijos, un varón y una mujer. 

Cursó sus estudios en el Colegio Militar de la Nación de donde egresó en el año 1966, perteneciendo a la Promoción 95. El 31 de diciembre de 1996 ascendió al grado de General de Brigada y se retiró del Ejército en el 2002 pero hasta su fallecimiento seguía desempeñándose como presidente de la Comisión del Arma de Infantería “Inmaculada Concepción”, y era muy respetado por sus camaradas. 

El obispado castrense destacó que el diácono Cordini, de vida familiar ejemplar, se caracterizó por su cercanía a los fieles y trato amable y servicial. Fiel colaborador laico allí donde le tocó ejercer su mando como militar, acompañó a los sacerdotes en su acción apostólica. 

Al momento de retirarse del Ejército -señalan desde el obispado-, y luego de una profunda maduración y reflexión, decidió prepararse espiritual e intelectualmente para servir como diácono permanente al servicio de la Iglesia castrense. 

El 24 de septiembre de 2009 fue admitido al ministerio del lectorado y 28 de junio de 2011 se le confirió el ministerio del acolitado. El 8 de mayo de 2013, solemnidad de Nuestra Señora de Luján, en la iglesia catedral castrense Stella Maris, fue ordenado diácono permanente de manos del obispo emérito monseñor Antonio Juan Baseotto. 

En sus exequias monseñor Candia destacó que el trabajo pastoral de Cordini “se concentraba principalmente en distintas actividades con personal del Ejército, pero su disposición y servicio, lo llevaban allí donde se lo requería, siendo un ejemplo acabado de discípulo abnegado al auxilio de los fieles”.+