jueves, 12 de enero de 2017

PABLO CASTELNOVO, EL “CURA” DEL FIN DEL MUNDO

El Padre Pablo Castelnovo es de Buenos Aires y está haciendo una Campaña de Verano en la Antártida. En la mañana de Radio Corazón entablamos contacto con él para saber, en primera persona, cómo es la vida por esos lugares. Además aseguró que “si uno viene a la Antártida sin creer, no puede seguir en esa postura. Estar acá es como un retiro espiritual. Estoy aprovechando a rezar mucho”.
El padre Pablo es oriundo de la ciudad de Chacacubo, en Buenos Aires y es Capellán Castrense de la Unidad Militar de Junín. Está en la Base Esperanza, en la Antártida, desde el 9 de diciembre y se va a quedar en una Campaña de Verano hasta marzo aproximadamente. En el aire de Radio Corazón manifestó que “la Base Esperanza es un lugar particular porque también se alojan familias. Para los chicos hay una escuela y maestros que vienen desde Tierra del Fuego. No es muy grande, serán 60 o 80 personas incluyendo las familias y los científicos que hacen los respectivos estudios”.
Respecto a cómo es la vida en ese lugar, el Padre Pablo aseguró que “este Continente tiene cosas maravillosas. Si uno no cree en Dios y viene a este lugar, no puede seguir con la misma postura. Dentro de la soledad, la maravilla de Dios se manifiesta en la Creación. Acá tenemos muchos pingüinos. Vamos caminando de una casa a otra y nos acompañan los pingüinos. El día no se acaba y la claridad continúa. Por eso hay que tapar las ventanas, porque si no se dificulta dormir. Las bases que están más al Sur tienen seis meses de días y seis meses de noche cerrada. La temperatura máxima del año pasado 47° bajo cero y vientos de 200 kilómetros. Hay que estar abrigados y proteger la vista”.
Además explicó que en esta altura del año “se trabaja para hacer reparaciones por las tormentas del clima. Yo trato de estar con la gente que trabaja. Hay que hacer unas conexiones eléctricas, hay que cavar, hay que reciclar basura. En estos días vino un Barco con previsiones. Acá hay que traer todo. Lo que uno se olvidó, no se puede resolver. Así trabajamos juntos y voy conociendo a la gente. Celebramos Misa todos los días y empezamos a preparar la catequesis para todo el año”.
Finalmente hizo referencia a cómo es la vivencia de fe. “Cada persona, de un modo u otro, manifiesta su fe. Hay personas que vienen y asisten a la Capilla, hay otros que vienen más esporádicamente. Pero siempre surge alguna pregunta. Si uno viene a la Antártida sin creer, no creo que pueda seguir en esa postura. La conciencia nos interpela. Acá hay un tiempo de soledad. No vamos al shopping, no vamos a la despensa. Es el trabajo y quedar recluido. La conciencia trabaja y Dios aprovecha ese tiempo. Es como un retiro espiritual. Estoy aprovechando a rezar mucho”.
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